Por Juan Martín Perkins.-

Hoy es 25 de mayo y me parece que la mejor manera de escribir una columna agropecuaria es relatando una jornada que represente un homenaje a la patria.

El fin de semana  nos juntamos en la manga de “La Cautiva” unos cuantos vecinos paisanos con motivo de la “yerra”.

La Yerra, para algún lector que no conozca nuestro léxico, es un día de trabajo especial que algunos, cada vez menos, transformamos en una fiesta de la tradición.

Para quien crea que los pollos nacen limpitos y pelados durmiendo en una bandejita dentro de la heladera, quizás, la yerra sea casi la barbarie.

Yerra completa hecha a lazo, capada (extirpación de testículos), señalada (corte en la oreja según macho o hembra), marca a fuego en el anca del lado de montar (quema de cuero con identificación de propietario) todo con jineteada a la largada entre gritos y chanzas de viva la patria y que te la saque Macri!!!

Así es una yerra. Una fiesta popular gaucha donde todos vienen de invitados y hacen un trabajo rudo para el que se necesita mucho oficio. Todo por despuntar el vicio de poder tirar el lazo. Por tirar de revés o al derecho por sobre el lomo para echar verija y aguantar hasta que llegue el apretador. Todo por un asado entre cuenteros de historias de hazañas criollas entre vino, costillares al asador y huevos mariposa al disco con cebolla y morrón.

El héroe de la jornada resultó ser Juan. Bravo Juan!!! Juan viejo nomás. Aguante Don Juan. El griterío era tan repetido que empecé a prestarle atención mientras hacía el asado.

Don Juan parecía un hombre de unos 50 y algo más, no mucho. Caminaba un poco descangallado, pero eso es algo normal en paisanos de muchos años de a caballo.

La renguera es normal, sobre todo, cuando ya se van acabando los 200 terneros de 180-200 kgs pasados por el lazo y el esqueleto de la paisanada que está en los corrales desde antes que salga el sol.

Se que Juan es mayor de lo que parece. Lo se porque me lo han dicho, no porque se note. Siempre es al revés. La gente que ha castigado el cuerpo con trabajos rudos paga un precio, a veces elevado.

Don Juan se arrima al asador. Observa en silencio. Le tiendo la mano, le agradezco y lo felicito. Se saca el sombrero, agradece la invitación por darle la oportunidad de despuntar el vicio.

Mira en derredor, pondera el asado, las instalaciones, la calidad de la ternerada, el estado de las vacas y el clima “gracias a Dios”.

Toda la muchachada lo felicita por ésta y aquella pialada. Uno señala los huevos mas grandes que corcovean en el disco y dice: estos son para el Juan che!!! Así entre risotadas se van lavando en la bomba y se disponen al banquete entre cuentos.

Me siento al lado de Juan. Los 50 y tantos resultaron 76. Increíble!

-Soy Juan Colazo a mucha honra, hombre de un solo patrón. 50 años con Arrechavaleta entre el puesto de “La Cecilia centro y La Lechuza” hasta que me jubilé… y cuando se murió el patrón viejo me retiré del establecimiento porque la sangre nueva ya vino cambiada, ¿vio?

Tengo 76 años de culo pegado al caballo pero todavía hago cualquier tipo de trabajo. Eso si, ahora yo soy mi patrón y no soy de pedirle la escupidera a nadie ¿vio?

-“Estos últimos años le han hecho un daño terrible a nuestro modo de vivir. El último gobierno nos pasó por arriba, nos pudrió la cabeza, nos llenó de inútiles. Los que sirven se van muriendo y lo que viene abajo no sirve ni para espiar….”

Juan hablaba y la muchachada escuchaba con respeto.

Es lindo cuando te dejan mudo, dijo uno al que llamaban Cholito. Es lindo cuando te caga a pedos alguien que hace las cosas a la par tuya, pero como si tuviera el doble de motor.

Después del asado, con el cuerpo mas frío, aparecen los achaques y los moretones… pero no importa, sarna con gusto no pica.

Un día criollo termina con saludos de rigor y promesas de asistencia para la próxima.

Don Juan no sabe si va a poder venir. Lo hará si Dios y la Virgen quieren que el cuerpo todavía le funcione. Y él no es de andar arrastrando la osamenta dando lástima.

Nos despedimos entre tocayos, nos agradecimos el día tradicional y lo ví irse despacio, a lo Don Segundo, como quien se desangra.

¡Viva La Patria!!!!

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