Por Jorge Ingaramo.-

¡A PEDIDO DEL PÚBLICO!

Si uno entra en la página web del Ministerio de Economía, los títulos más significativos dan cuenta del desendeudamiento. Es más, una sección se llama precisamente “Desendeudar”. Una pena que, al clickear Prensa, uno se encuentre con que “el nuevo llamado a licitación de BONAC será el 28 de mayo”, es decir pasado mañana. Pero, la contradicción tiene la propina de sus chistes.

Pasado mañana se licitarán M$ 3.000, “ampliable”, de estos Títulos denominados en pesos. Se da la compulsa “en el marco del programa financiero 2015 y debido a la fuerte demanda registrada en las licitaciones anteriores”. “estas colocaciones… al igual que las realizadas durante 2014, contribuyen al desarrollo de la curva de referencia para las emisiones en pesos en el mercado local de capitales y favorecen la diversificación de las fuentes de financiamiento…”

Los Títulos tendrán vencimientos en marzo, mayo y septiembre de 2016 y se licitarán conjuntamente. Devengan una tasa de interés variable pagadera trimestralmente en función del nivel de tasa de LEBAC a 90 días, para el caso de los BONAC marzo y septiembre y a 252 días, para los BONAC mayo.

Esta es la clase de desendeudamiento, a la que nos tiene acostumbrados el Ministerio y el Ejecutivo, en general. Lo hacen porque es buena la demanda, es decir que no hay dónde poner la plata y por eso los bancos, que captan plazos fijos al 20-23% anual, padecen un fuerte “descalce” al prestarle al gobierno a 10-12 meses, con un spread de 7 a 9 puntos anuales. ¡Eso sí!, construimos la “curva de referencia” de los BONAC, que uno ya podía ver (puede seguir haciéndolo) graficada en la página web del Banco Central, entrando al acápite “Subasta de Letras y Notas”.

Es simple: el Banco Central tomaba a más de un año, pagando entre 26 y 29% y los bancos graciosamente le prestaban, haciendo el mismo negocio que hacen ahora con los BONAC. Pero, hete aquí que, al arrimarse un nuevo gobierno, aumenta la incertidumbre cambiaria y el Central le cede “espacio” al Tesoro, en los plazos superiores a 252 días, por la sencilla razón de que las LEBAC ya representan (y representaban, desde marzo pasado) el 69% de la Base Monetaria. Quiere decir que el riesgo de un Balance de la Autoridad Monetaria con Patrimonio Neto negativo, ha sido conjurado de esa manera.

El mecanismo era bien conocido: el Tesoro se desendeudaba, porque la ANSES le canjeaba Títulos o le compraba nuevas emisiones y, por otra parte, el Banco Central estaba obligado a hacer frente a los vencimientos de deuda externa (de Hacienda) empleando Reservas, que compraba con emisión monetaria, esterilizada tan pronto aparecía en el mercado, empleando las citadas LEBACs.

El único problema para el Central era que ante los pagos de deuda del Tesoro, con Reservas, recibía un Título indisponible. Estos fueron tomando una parte cada vez más importante de sus Activos sin producirle rendimientos. Mientras tanto, su Pasivo engordaba alegremente, a la tasa de renovación de las LEBACs.

Ahora tenemos un nuevo “festival de Bonos”, tanto en pesos como en dólares, más oneroso todavía que el sistema anterior pero, en cabeza del Tesoro, que todavía no presentó sus Cuentas de Ahorro-Inversión-Financiamiento, en base Caja, de marzo pasado.

Así, el swap chino, las colocaciones de YPF y el nuevo endeudamiento del Tesoro, están evitando que el Balance del Central entre en una zona peligrosa. Pero el “festival de Bonos” es el mismo: ahora la misma montura está sobre otro caballo.

FLEX

El jueves, el BCRA amplió de 180 a 270 días, el plazo con que contarán quienes ingresen financiamiento obtenido en el exterior, para convertir esos fondos a pesos.

La extensión de plazos era reclamada incluso por YPF, que captó hace poco unos MU$S 1.500, en Obligaciones Negociables a 10 años, pero se mostraba renuente a liquidarlos, es decir a convertirlos a pesos (no es fácil, para cualquier empresa, tener tamaña cifra a pagar en 24 horas, sin riesgo cambiario). Por ello, efectuó un depósito en una cuenta en dólares por unos MU$S 800 que, desde entonces el BCRA contabilizó como Reservas. No podría disponer de ellas, igual que ocurre con el resto de los depósitos en dólares en el sistema financiero privado.

Probablemente, a raíz del mismo reclamo, se derogó la obligación de liquidar contado, al menos el 10% de los recursos de fuente externa, para así favorecer el estiramiento de los plazos y alentar la demanda de activos externos de empresas que, ahora, podrán emitir libremente, aprovechando condiciones favorables, todavía, en los mercados de capitales del mundo y evitando parcialmente (hasta febrero) el riesgo de posibles correcciones del precio de la divisa, una vez que asuma el próximo gobierno.

Estuvieron oportunos, porque con la medida aumentan las Reservas y se estimulan las emisiones (ingresaría nuevo financiamiento y no habría que transformarlo en pesos sino hasta febrero de 2016).

Otra vez, ahora bajo la influencia china, descubrimos la pólvora. Es decir, nos damos cuenta de lo que había que hacer para aprovechar la hiper-liquidez internacional, que entraría -antes de fin de año- en un “conito” de sombra, sobre todo después del discurso del viernes de la Presidenta de la FED, en que confesaba que -en lo que resta del año- se vería obligada o por lo menos muy estimulada, a subir la tasa (y revaluar el Dólar) por miedo a un recalentamiento de la economía norteamericana. Son las famosas “curas de palabra”, que -por esta vez- lograron el transitorio efecto de bajar los precios, en Chicago, de las commodities que nosotros exportamos.

Pero Vanoli estuvo astuto. Porque el modelo Flex, para la liquidación de divisas, fue anunciado justo un día antes.

CON UNA AYUDITA DE MIS ENEMIGOS

Los dos títulos anteriores dan cuenta del reemplazo de dólares comerciales por dólares financieros y de LEBACs por Títulos del Tesoro. En todos los casos, las tasas son suculentas, ya que si son en dólares superan, por ahora, el 8,5% anual, con un riesgo país implícito superior a los 620 puntos. Si son en pesos, dada la devaluación del oficial, están por encima del 12,7% en dólares, para el caso de los Títulos que principalmente vencerán en marzo y mayo de 2016 (rendimiento anual del 27%, versus devaluación anual del 12,7%, por lo menos hasta diciembre… ¿dopo?).

El oficialismo insiste en que ha bajado el Dólar futuro, lo cual es cierto. En febrero, la posición ROFEX de enero 2016, rondaba los $/U$S 11,25 y ahora se estima en 10,54.

Se está produciendo una convergencia de fenómenos que dan pie a cierto optimismo, basado en la mejora en la calidad de la política económica a partir del 10 de diciembre, ya que aún en el caso de un triunfo de Scioli (amigo o enemigo), más de uno piensa que el estilo de política económica cambiará, obviamente para bien. Esto está siendo aprovechado por el Ejecutivo, pero, sobre todo, por los inversores que obtienen ganancias sumamente interesantes: sin ir más lejos, aún un Plazo Fijo en pesos, a una tasa nominal del 20%, produce -por ahora- un 6,5% anual, de rendimiento reala, en dólares.

Por otra parte, se ha ampliado el plazo para la compra de CEDIN y se estimula a todo el mundo a ingresar al sistema financiero, desde el momento en que las Reservas aumentaron en más de MU$S 5.000 y, como se dijo, el Dólar futuro -a enero- se despega claramente de los valores -spot- del contado con liqui, del Dólar bolsa y ni hablar del blue.

En la base de la “ganga” está el cambio en el financiamiento monetario del déficit público que, como ya se comentara en otras notas, dejó de estar a cargo del Banco Central para pasar a estar en cabeza del Tesoro nacional, como reza el primer acápite de esta columna.

No se puede negar que la política monetaria ha mejorado… ¡por espanto!

Los principales indicadores en lo que va del año, hasta el día 15 de mayo pasado, lo demuestran:

– La Base Monetaria creció 1,7% nominal y la circulación lo hizo al 0,0%. Sí, leyó bien.

– El M1 cayó 6,1% y el M2 disminuyó 5,6%. Sólo el M3 registra una suba, del 3,6%.

– Los depósitos del sector privado, en pesos, crecieron 10,7% y aquellos a plazo lo hicieron al 25,4%. Los depósitos en dólares aumentaron 4,5%, hasta alcanzar casi los MU$S 9.500.

– Como no todos los depósitos van a financiar al sector privado, los préstamos en pesos, con ese destino, crecieron 5,6%, destacando los Adelantos en Cuenta Corriente (está dura la calle!), que subieron 18,5% y los Préstamos Personales que lo hicieron al 11,1%. Lamentablemente, la demora en las paritarias y el costo del endeudamiento, han hecho que los préstamos en tarjetas de crédito crezcan apenas un 2,2%, insistimos, nominal, en más de cuatro meses. Puede decirse que ya no hay a quién financiar con tarjeta o los bancos encuentran tan atractivo prestarle al Tesoro y renovarles a los privados ahorcados, que se está configurando un nuevo modelo de asistencia financiera, donde priman las demandas de los que -aun estando peor-, todavía son sujetos de crédito (el Estado con su fenomenal desequilibrio corriente, las empresas con graves problemas de liquidez y las personas físicas que no tienen más remedio que pagar tasas reales altísimas, tomando préstamos personales).

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