Desde que fue bendecido como candidato único en la Quinta de Olivos, Scioli comenzó un proceso de seducción de un cristinismo que siempre lo miró de reojo.

Nació el cristisciolismo. Teoría de Darwin mediante, la evolución natural tras 12 años de kirchnerismo preparada para confrontar la continuidad al cambio que propone Mauricio Macri. En su única y última visita a Villa La Ñata, hogar bonaerense del gobernador Daniel Osvaldo Scioli, Néstor Kirchner le dejó una premonición al percatarse que, de todas las fotos de su anfitrión con bandas institucionales, faltaba una, la más importante. “Este espacio tiene tres candidatos competitivos: Cristina, vos y yo”, relata, no sin épica, el gobernador bonaerense.

Desde que fue bendecido como candidato único en la Quinta de Olivos, por decantación al quedarse sin posible vice equivalente Florencio Randazzo, Scioli comenzó un proceso de seducción del cristinismo que siempre lo miró de reojo. Como si el dedo presidencial no fuera suficiente para la seducción, el gobernador comenzó a cortejar a sus ex críticos internos. Sus tres primeras visitas de agenda bastan para comprobarlo. Primero fue a rendir examen al programa de TV oficialista 678. Aprobó. Al día siguiente desembarcó en Entre Ríos y fue recibido por un Sergio Urribarri que lo recibió no con sus antiguos reproches sino con pasta frola, su merienda favorita que, como las venganzas, se come fría. Menos de 24 horas después, el gobernador naranja llegó para hacer las paces a Morón, cuna del sabbatellismo, que hasta llegó a enfrentarlo en una interna (6% sacó el ahora compañero de fórmula de Aníbal Fernández). Hasta podría compartir una actividad con su archienemigo caído en desgracia, el ministro de Transporte. La gestionó ante la Jefa de Estado para disimular la bronca acumulada de la tropa ferroviaria. Malestar que en la Casa Rosada esperan contener, al menos, hasta las PASO, evitando la renuncia del chivilcoyano que se quedó sin nada. “Todos adentro hasta las primarias. Un mensaje de unidad”, es el mandamiento.

El oficialismo hizo peronismo y cuenta nueva. Obligado encolumnamiento. El pedido a pase a retiro del cuestionado (judicialmente) Teniente General César Milani allana el camino, aún con piedras, para la campaña naranja. Cristinizado y único aspirante en su interna, con traje de presiden(ciable)te Scioli llevará su optimismo y garantía de continuidad fuera del país: España, Italia, Brasil, Rusia o China. En la Plata estiman que la estrategia pos-agosto, cuando deba buscar los votos fuera de la pecera K, será mirar a sus raíces: el sciolismo.

Hasta entonces, para comprenderse al menos por los próximos meses, el oficialismo ya elaboró su “Pequeño Diccionario del Cristisciolismo Ilustrado”. Busquemos palabras al azar.

Argentina. 1f. País de los “40 millones de argentinos y argentinos” para el que se desvive el proyecto y la misma Cristina Fernández de Kirchner. 2f (La Gran) También la lancha con la que Scioli salió campeón del mundo. Y es la Nación que Dios lo ha preparado para gobernar, según repite el propio DOS.

Buitre, Fondos. Son los holdouts que no entraron el canje de la deuda y atosigan al país desde un juzgado de Nueva York. Junto al Círculo Rojo (ver Macri, Mauricio), siempre tentaron a Scioli pero, por suerte para el futuro del proyecto nacional y popular, no lograron apartarlo del camino del kirchnerismo.

De la Nación, Congreso. La escribanía K, por su mayoría automática, que dará fe a las escrituras sciolistas que se desarrollen ante los guardianes del proyecto. Con las listas pobladas de camporistas (con 18 de sus figuras entrables en Diputados, más 2 en la Cámara Alta), sumado a los ex y aún ministros (con Julio de Vido a la cabeza) será un futuro gabinete paralelo. Poco le importa a un sciolismo que lleva un sólo candidato: Scioli. Al frente del Senado, el voto “no positivo” de Carlos “Chino” Zannini penderá como Espada de Damocles. Nada nuevo para un gobernador que, durante sus 8 años de mandato, nunca tuvo la Legislatura bonaerense de su lado, con leales contados con los dedos de una mano entre bancas FpV y oposición. De ahí que su bandera es “la búsqueda de consensos” con ajenos pero también con los supuestos propios.

De la Nación, Gabinete. Reducto de resistencia naranja. Como siempre lo fue en su provincia. Salvo la forzada salida de Santiago Montoya en ARBA por sus críticas a las candidaturas testimoniales, desde la Quinta de Olivos nunca se armó el equipo del gobernador. Ni siquiera de Ricardo Casal, odiado por el camporismo provincial. Con poca participación propia en las listas, en el sciolismo guardan lugares ejecutivos para sus filas. Salvo el ministerio de Economía: Scioli le pidió a Cristina Kirchner que siga Axel Kicillof, hoy candidato a diputado pero que aclaró que estará “donde el proyecto me demande”. Más que carta de continuidad de las finanzas, en la Casa Rosada temen lo use como su primer fusible ante el primer movimiento tectónico de los mercados. Y así no le ocurra lo de Rafael Perelmiter en la gobernación, su verdadero asesor económico desde que era contador de Casa Scioli. La libertad trae consigo responsabilidades: sólo el ex motonauta será responsable de sus elecciones. Y sus ex críticos volverán a serlo ante la primera oportunidad.

Francisco, Papa. Fue quien equilibró la balanza. Un kirchnerismo que se acercó a un siempre religioso sciolismo. Fue el primer giro de 180 grados de Cristina Fernández de Kirchner con una persona. El segundo fue (ironía) DOS. Y deja una importante moraleja: si Jorge Bergoglio mutó en Francisco, Scioli, diputado menemista/secretario duhaldista/vice nestorista y gobernador cristinista, puede ser distinto a Scioli Presidente. Para bien o para mal, depende quién lo evalúe.

Kirchner, Néstor. Ex presidente. Fue quien eligió a Scioli como su vicepresidente y después confió en él como gobernador bonaerense. Dos veces. Una vez le enrostró eso de “dígame quién le ata las manos” en el “caso Candela”. Pero hablaron y se trató de un malentendido. Hoy 678 lo recuerda así.

Kirchner, Cristina Fernández de. Aníbal Fernández y el diputado ultraK Carlos Kunkel ya auguraron que, con Scioli “Jefe de la Nación”, ella seguirá siendo la “Jefa del Movimiento Nacional Peronista”. Por ahora, en los papeles, el presidente del PJ es el gobernador jujeño Eduardo Fellner. Nombrado en mayo de 2014, su mandato dura dos años. En el justicialismo ya hay quienes imaginan a CFK, hoy de salida, como titular formal del PJ con domicilio en Santa Cruz. Lo mismo hizo su marido después de aburrirse del “café literario”.

Macri, Mauricio. El enemigo a vencer. Representante del Círculo Rojo. El mismo que mientras intentaba voltear a Cristina Kirchner estos años, protegía a Scioli. Pero él los usó. Porque Macri quiere hacer todo lo contrario a lo que hizo el kirchnerismo. No como DOS, que a lo sumo proponía continuidad con cambios. Ya no habla de los cambios. Unidos por el espanto primero, ahora por el afecto.

Medios, Ley de. Las leyes están para ser cumplidas, dice Scioli. Fin del debate. Mejor no hablar de ciertas cosas.

Modelo, logros del. “Cambiar también es una marcha atrás, y eso es retroceder”, es la metáfora fierrera predilecta del Scioli actual. Promete mantener YPF en manos del Estado, no volver a las AFJP, respaldar la AUH, y seguir bancando este proyecto como siempre lo hizo. Hay que creerle: lo prometió en su primer spot.

Progresismo. (Sinónimo de Sabbatella). Ahora el cristinismo descubre al Scioli progresista desconocido en la provincia: la baja de la mortalidad infantil, la ley de fertilización asistida, el canon a los bingos (obligado ante la Crisis del Medio Aguinaldo, episodio hoy olvidado), el revalúo rural, que Guido Carlotto es secretario de Derechos Humanos, entre otros. El vaso medio lleno.

Subsidios. Al hablar como vicepresidente en 2003 de las tarifas congeladas de las empresas de servicios públicos, se ganó el freezer K por años. Ahora no menciona el tema. Cabe recordar que Carlos Menem, padrino político de Scioli cuando era porteño y no bonaerense, dejó una frase para la historia del marketing: “Si hubiera prometido lo que iba a hacer, no me votaba nadie”.

Victoria, Para la. Leit motiv kirchnerista por bautismo: no es Frente Para la Coherencia sino Para La Victoria. Como todo movimiento, puede tener sus bemoles y sus idas y vueltas. Hasta sus gurkas pueden ser exiliados, como Randazzo. Para ganar, parece que hoy Scioli, que nunca fue un ultra-K, es ultra-necesario. Eso es lo importante. (Sebastián Iñurrieta | El Estadista)

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