Por Hugo Morales.-

Si fuera por su fuero íntimo y por sus convicciones ideológicas, el gobernador neuquino, Omar Gutiérrez se podría presentar como un decidido defensor del salvaje ajuste económico que intenta llevar adelante el presidente Mauricio Macri, desplazando en esas efusividades al macrista de paladar negro -al menos tiene patente de haber adherido al ex Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires mucho antes del 10 de diciembre último- Horacio Quiroga, el adversario (enemigo?) a vencer por el MPN, partido de gobierno que quiere neutralizar cualquier posibilidad de llegar a la Gobernación en el 2017 al actual intendente de la capital provincial.

Sin embargo la realidad económica de una provincia que depende casi exclusivamente de los recursos de Petróleo y Gas, en gran medida, y un poco del Turismo, Fruticultura, Ganadería y Forestación, lo conmina a manejarse con extremo pragmatismo. Economista al fín -al igual que el Ingeniero Jefe- los números son decisorios para su praxis política, más, cuando se intenta timonear un partido político que con tal de mantener un Poder que exhibe desde hace mas de 50 años no se caracteriza por su homogeneidad ideológica y al igual que antaño, hoy exhibe dos vertientes de ese mismo Poder: adhesión a ultranza al gobierno de turno y con el mismo fervor a la oposición más importante.

En este caso, al peronismo no kirchnerista pese a que -hasta el cambio de turno- no vacilaba en aplaudir las andanzas de Cristina Fernández de Kirchner de la mano del mentor del actual mandatario provincial, Jorge Sapag, hijo del legendario senador Elías, quien junto a su hermano Felipe, construyeron un bastión de poder inexpugnable para una oposición local y nacional que no encontró la llave para destronar a una de las duplas más importantes de la política nacional del siglo pasado. El MPN es el único partido provincial surgido en el post peronismo de los 60 que logró sobrevivir y no solo mantenerse en el manejo de las cuestiones locales, sino que tuvo una fuerte incidencia en el escenario argentino. Los radicales suelen recordar con un rictus de amargura, el voto en contra de Elías Sapag cuando se discutió en el Senado de los 80, el proyecto de la denominada Ley Mucci que hubiera cambiado de cuajo la estructura sindical, mientras que Felipe, al mando de la Provincia, prometía amor eterno a Raúl Alfonsín.

Hoy la historia, con otros matices y otros actores, parece repetirse. Gutiérrez se aferra a Macri convencido que obtendrá desde el gobierno nacional un mejor tratamiento del que le dio Cristina a Jorge Sapag, especialmente en cuanto a la fijación de las tarifas hidrocarburíferas y con ello contar con las regalías suficientes para poder hacer frente a las demandas de una economía, enormemente atada al maná de los fondos públicos como base de un modelo socio-económico que le permitió al MPN mantener su imbatibilidad electoral desde el nacimiento de Neuquén como provincia. Como espejo y al mejor remedo del legendario senador Sapag, se levanta en el mismo espacio político, el senador Guillermo Pereyra, un hombre forjado en la dureza del gremialismo petrolero pero con la muñeca necesaria para mantenerse al frente del sindicato más poderoso de la Patagonia y al mismo tiempo ser una persona de confianza para las influyentes multinacionales de esa actividad vital para Neuquén.

En ese punto los intereses de Gutiérrez y Pereyra confluyen en una solución común: por un lado el ingreso de las necesitadas regalías y por el otro el mantenimiento y acrecentamiento de una industria que es la base del poder de Pareyra a partir de su manejo férreo del gremio que lo nutre, y un trabajo sindical hacia adentro de gran magnitud:: una sólida obra social, con farmacias incluidas, una infraestructura sanitaria con edificios millonarios como pocas vistas en la región y una burocracia sindical que lo acompaña cuasi ciegamente debido a los altos sueldos que provienen de esta actividad y que inciden más que notablemente en el resto de la economía provincial. La recesión petrolera no solo repercute entre los obreros del sector sino en toda la economía regional al punto que los prestadores de servicios y comerciantes, están al borde del quebranto al igual que los pequeños y medianos proveedores del Estado.

Hombre de números, Gutiérrez sabe que si no mejoran las tarifas del petróleo y fundamentalmente, del gas, su gobierno se complicará enormemente y con ello las posibilidades del MPN de volver a competir con éxito por el máximo sillón provincial. Pero también, lo desvela la perdida de base política en los sectores afectados por el impresionante aumento del fluido (del 300 al 1.000 por ciento) no solo a los hogares sino a los operadores económicos en general, fundamentalmente el Turismo, que se encuentra en la fecha límite para fijar las tarifas de una temporada invernal que está en sus comienzos. Las voces de repudio de este sector, acompañados por los intendentes -muchos de ellos del MPN-   golpean la Casa de Gobierno provincial. Toda la cordillera desde Villa La Angostura hasta el norte neuquino ve con alarma que esta temporada puede fracasar estrepitosamente si se elevan los precios de alojamiento y comidas, pero si no lo hacen, corren el riesgo de trabajar a pérdida. ¿Cuál es el mal menor? Aún no está medido con precisión. Tampoco la salida.

Por eso al principio de esta semana, Gutiérrez tratará de llevar sus quejas y posibles soluciones (¿las hay?) a su interlocutor más frecuente en la administración macrista: el ministro del Interior Rogelio Frigerio, quien tuvo uno de los bloopers oratorios más notorios al considerar que las tarifas del gas eran tan baratas, anterior a la era Macri, que en los hogares y comercios, sus habitantes podían andar en remera y con ventanas abiertas. De inmediato -hasta Máximo Kirchner cosechó aplausos- se lo invitó al desubicado funcionario en visitar los lugares con temperaturas de varios grados bajo cero. En esa dicotomía de apoyo y crítica, transcurren los días presentes de un gobernador de una provincia que antes fue K y ahora M con el mismo pragmatismo   fervoroso y sin que nadie se ponga colorado como viene haciendo desde hace 50 años.

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