Por Luis Alejandro Rizzi.-

Creemos que los problemas de la Argentina son la política y la economía, y centramos la discusión en la necesidad de modificar los sistemas electorales y mejorar nuestra economía para eliminar la inflación y la pobreza.

No nos damos cuenta de que en ese sentido la política y la economía son meros medios que en sí mismos son vacíos. La política sustentada solo en ideas es ciega y es vacía si solo tenemos en cuenta los hechos. Lo mismo ocurre con la economía que, recordémoslo, es una ciencia social, pero pretendemos convertirla en una ciencia exacta, haciendo culto del 3,2; el 5,7 o augurando éxitos en un futuro cercano, lo que es una fantasía o en un futuro más lejano que poco nos importa porque en el largo tiempo no estaremos en este mundo.

Vivir no es una tarea fácil, es quizás el oficio más difícil e incierto porque ignoramos lo que sucederá mañana, nadie lo sabe solo Dios.

Pero lo cierto es que ni una persona, ni una familia ni una sociedad puede vivir sin ciertas convicciones que como explicó alguien son las opiniones arraigadas en el carácter.

La vida es una tarea forzosa que tenemos los seres humanos de hacernos a nosotros mismos. Como decía Ortega somos los que tenemos y lo que nos falta, tenemos dotes y falencias.

Traigo a cuento estas breves reflexiones porque nadie esta condenado al éxito o al fracaso, uno como el otro depende de lo que hagamos, de lo que acertemos y de lo que nos equivoquemos.

No cabe duda que los argentinos durante varias décadas hemos hecho las cosas mal, si bien, como decimos los abogados, eso es un hecho público y notorio, es necesario demostrarlo: en el conurbano el 47% de la gente no tienen agua corriente, el 77% carece de cloacas, tenemos entre pobreza e indigencia a un 35% de la gente, en la ciudad más rica del país la mayoría de la gente gana alrededor de diez mil pesos por mes (sic) los jubilados en una mayoría del 65% percibe menos que el salario vital mínimo, nuestro sistema de salud pública es precario, nuestra educación es de baja calidad, tenemos en un mes la inflación que cualquier país ordenado tiene en un lapso de 24 meses y como muestra final de nuestra inoperancia, no podemos organizar un campeonato de fútbol pero pretendamos una superliga que nadie sabe de que se trata…

Los argentinos venimos haciendo las cosas mal desde hace tiempo, las falencias triunfan sobre las dotes, parecería que el error nos cautiva y como decía Bernardo Neustadt combatimos o no entendemos el significado del éxito que no es ni más ni menos que hacer las cosas bien.

Los argentinos vivimos en crisis porque hemos perdido nuestras creencias, hemos vaciado nuestra cultura que es lo que nos da firmezas, seguridad y sobre todo esperanza.

La esperanza es esa virtud o cualidad que nos hace parecer seguro, lo esperable, pero para ello necesitamos asumir la tarea de darle forma a nuestra vida, individual, familiar y social, sabiendo, como también lo dijo ortega que la vida es “deficiencia y afán”, no “afano como lo creen los “k” y su banda.

Volvamos al título de la nota; me parece poco inteligente hablar de shock o de gradualismo, dado que una de las virtudes de la política, como tal, es la prudencia. La falta de prudencia nos lleva al shock, a creer que el ser humano es un mero robot y la cosa está en cambiar el rumbo de su brújula para que todo cambie en un instante. Pero el exceso de prudencia nos lleva al gradualismo, que creo es lo que le está pasando al gobierno de Mauricio Macri, con la agravante de que no se practica un gradualismo rítmico o estético.

El caso de las tarifas de la energía constituyó sobre todo un acto de gobierno antiestético, alocado y ciego porque no tuvo en cuenta la capacidad de pago de un sector importante de la sociedad, eso sería el aspecto alocado; y el antiestético por que luego se pretendió corregir poniendo un límite del 400% que suena como grosero y desafinado, como un gallo durante el canto… porque para el 70% de los jubilados y un porcentaje de nosotros, ese límite también es agraviante.

En una nota anterior (https://www.informadorpublico.com/opinion/la-cuestion-de-los-subsidios-al-gas-y-electricidad) expusimos ideas sobre cómo se podría haber administrado y gestionado políticamente el aumento aplicando principios de derecho administrativo y de prudencia política.

Los argentinos necesitamos cambiar. Anticipo un cambio de usos, no es ni será garantía de éxito, pero si es garantía de fracaso, seguir haciendo lo mismo, sea con más prolijidad y mejores modales como suele decir José Luis Espert.

Hasta ahora se habla de “cambio” pero no se nota que algo cambie, ni en el gobierno ni en la oposición.

Para iniciar un cambio, cuyo comienzo sólo se notará en la perspectiva histórica, tenemos que ser convocados a una tarea y comenzar a recuperar, como condición necesaria, nuestro soporte cultural que es el respeto a ciertos valores. La efectividad del gradualismo será proporcional a nuestras convicciones que alimentará la esperanza de darle certeza a lo bueno esperable que conviene aclararlo no es una condena al éxito, será un resultado de nuestro esfuerzo. En ese momento podremos decir somos lo que nos merecemos… como realidad, no como deseo infantil o de adolescente tardío.

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