Por Israel Rabinowicz.-

Recuerdo que cuando estalló el escándalo Beraja hacía ya muchísimo tiempo que todos conocían todo, se hablaba en voz baja, no sea que alguno escuchara, la censura y la peor de todas ellas, la autocensura, funcionaba a pleno. El poder, el dinero, el nombre de DAIA, el miedo a las represalias económicas y de las otras, todos ellos juntos o separados actuaban como silenciadores, medios de prensa y periodistas miraban a los costados, había nombres y temas que eran intocables.

Desde el mismo momento que la olla a presión no pudo aguantar más, cuando la caída en desgracia ya fue imposible detener, de repente todos aparecieron para convertirse en los grandes denunciantes, incluso comenzaron a competir quién lanza más leña al fuego, los nombres de bancos ya desaparecidos, los de DAIA y de importantes dirigentes de la Comunidad Judía fueron motivos de notas periodísticas para todos los gustos.

A nivel institucional comenzó la gran campaña explicativa y de marketing intentando separar las figuras de las instituciones, que Beraja, pese a ser Presidente de DAIA central, no actuaba en nombre de ella sino a título personal, similar explicación para otros muchos nombres de dirigentes comunitarios.

Estaba claro que muchas cosas, para no decir todas, aunque oficialmente no actuara en nombre de ella, los privilegios y beneficios que obtenía se lograban solamente porque era Presidente de la DAIA, desde fuera era algo muy difícil, imposible de separar. Hay muchísimos ejemplos, lo importante no es cómo uno se venda sino cómo lo lee el receptor, el comprador, el subconsciente de éste actúa como multiplicador amplificando el poder del que tiene enfrente.

Valga un simple ejemplo de vivencia personal que es parte del mi libro de futura edición. Palabras textuales de un Juez Federal que dentro de un expediente judicial que mucho daño hizo, ante una nota que recibió con membrete de DAIA Córdoba, medio en broma y mucho más en serio dijo: “si no les hago caso se me aparece el Mossad…”

Todo ésta introducción para ingresar de lleno al tema de ésta nota, el del Cónsul Honorario de Israel en Córdoba.

Desde el mismo momento en que en uno de mis anteriores comentarios dejé el trascendido que el Dr. Alejandro Orchansky estaba por quedar desocupado mucha agua corrió bajo el puente, desde correos electrónicos con muchas historias, parece ser que algo flota en el aire, hasta llamados de algunos que pretenden ocupar el cargo, que se consideran con las condiciones y cualidades suficientes para ello, entre ellos había alguno que mencionó que realizaría una presentación aquí en Israel ante la Cancillería.

Ricardo Jaime se ha convertido en Argentina como un exponente dentro de las denuncias de corrupción, el primero que de los cercanos al poder cayó en desgracia, fueron tantas sus torpezas que se vieron obligados a soltarle la mano.

Por lo que conozco la autoridades diplomáticas israelíes quieren abrir el paraguas antes que llueva, proteger a la Comunidad Judía de Córdoba es el objetivo para que las supuestas esquirlas no la salpiquen, una cosa es el consulado y otra muy diferente el cónsul y sus negocios a título personal, pero la burocracia es lenta, éstas notas mías en donde di a conocer los trascendidos sobre su alejamiento tampoco ayudaron a dar un corte al tema, la intención es la de herir lo menos posible, que todo aparezca como algo normal y natural…

¿Será posible?

Hasta la próxima.

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