Por Mario Cadenas Madariaga.-

En un lento proceso se van definiendo las tendencias electorales predominantes.

En el padrón electoral hay 31 millones de electores. Poco a poco hilos vectores que nadie controla van agrupando y diferenciando la opinión en grandes sectores. Es una evolución oculta a la observación, pero que existe y funciona efectivamente.

Por eso la batalla electoral se va definiendo rápidamente desde hace breves semanas. Se ha pasado con increíble rapidez del concepto de la “gestión de la Ciudad” a la idea del cambio. Se ha superado el cascarón de la “municipalización” de la política por una concepción nacional. No parece haber sido una evolución deliberada sino impuesta por una construcción espontánea de la sociedad.

En poco tiempo el socialismo desaprecio de la escena nacional. El radicalismo debió renunciar al UNEN y defender sus posiciones territoriales agregándose a las tendencias predominantes de la oposición.

La idea del cambio ha surgido por una sensación generalizada de que el ciclo del populismo kirchnerista está agotado. La prueba es que su hábil Ministro de Economía no puede modificar la caída, y sólo logra atenuarla, pero a un alto costo, que sacrifica a los sectores exportadores, la columna vertebral de la economía, pero electoralmente muy poco significativos, frente a los consumidores, el objetivo de la seducción de Kicillof y de Cristina.

La evolución política de la Argentina no esta conducida por las élites. Ninguna de ellas tiene un programa, lo que exhibe su esterilidad intelectual, pero a la vez, conforme al régimen electoral, constituyen la opción obligatoria. Este es su privilegio. A medida que se acerca el día de la definición final, se impondrá una alternativa, sin margen para un tercer candidato.

Las circunstancias van imponiendo a CRK un límite de hierro.

De los precandidatos que surgieron de las gateras, en el campo oficial, se debieron bajar todos menos dos y en pocas semanas quedará uno, como el distinguido por el favor de CFK.

El cristinismo, cualquiera que sea el que lo represente en la carrera presidencial, no podrá superar la idea de la “continuidad”, en realidad falsa, porque no se puede contrastar la realidad de la caída. Los años felices anteriores al 2008, no volverán, o la recuperación del 2010, porque los precios internacionales de nuestras exportaciones han bajado. El año 2015 es la replica de 1955 y 1975, que condenaron a Perón e Isabel, porque la situación internacional no los acompañó. El populismo se funda en la redistribución, por lo que debe contar con una situación económica holgada, en que la distribución sea posible. Cuando ésta finaliza, ésta tendencia está condenada a perder el poder, o debe mantenerlo por la fuerza. Creemos que esta última opción esta cerrada en la Argentina, pero quizás no en Venezuela.

La evolución de la opinión.

La oposición globalmente considerada esta compuesta por el 65% del electorado. Son 20 millones de votantes, suficientes para determinar el resultado, pero no si no se unifican. A su vez, todas las chances del oficialismo, es alcanzar el 40% en la primera vuelta y que la oposición se mantenga dividida en proporciones parecidas.

Se cree que la decisión está en manos de los políticos, pero no es así. La evolución del tejido oculto de la sociedad es el que lo va a decidir.

¿Es posible que la idea de la continuidad sea creíble? A medida que la evolución del proceso económico y social del país, evolucione se va a poner en evidencia que la continuidad es imposible. Las circunstancias van a poner en evidencia que el oficialismo solo puede “durar “ hasta el 10 de diciembre.

¿Porqué Scioli o Randazzo van a poder más que Cristina y Kicillof, es decir continuar y no solo durar. El término de la “duración” será evidente que no podrá exceder del 10 de diciembre. Por eso la opinión se inclinará por el cambio,

Las perspectivas de Macri y Massa.

Mauricio es el beneficiario de los vientos predominantes en la opinión. Si los planes de CFK tienen como máxima posibilidad durar hasta el 10 de diciembre, evidentemente él representa mejor que Massa el cambio, ya que éste acompañó a CFK, hasta el 2013, mientras que MM presidía un gobierno opositor. Sin duda que la oposición de Massa en el 2013 fue decisiva para cerrarle el paso a la reelección, pero en el 2015/2019 se trata de gobernar con un programa de cambio.

Las tendencias que predominan en el electorado no se determinan por los slogan de campaña, sino por sus propias impresiones. El programa del Cambio Justo de Massa no puede torcer la memoria que él con 25 intendentes y su equipo de gobierno, colaboró con CFK.

Ahora bien, ¿Macri que hará? Continuará con su campaña sobre la base de su acción personal, armando cuadros y conquistando voluntades con un gran esfuerzo individual, o tratará de alimentar las corrientes de opinión en su favor.

El talón de Aquiles de la idea de cambio.

En el pensamiento de la sociedad argentina y de los economistas de todos los sectores, está metida la idea de que en el inicio del nuevo gobierno, habrá una etapa de contracción, para corregir la herencia dejada por el kirchnerismo.

Esta impresión parece confirmada por la experiencia histórica -Frondizi con el plan de 1959 perdió el apoyo del movimiento obrero porque provoco la baja del salario real; la corrección del “rodrigazo” quedó gravada en la conciencia colectiva por la baja en la actividad económica que originó y la más reciente de principios del 2002, es la de más fuerte influencia negativa en el presente.

Éste es un tema central y la atención se debe concentrar en eliminar esa memoria, exhibiendo proyectos concretos que revelen inequívocamente la iniciación de una etapa de amplio desarrollo sin contracción intermedia.

Para ello en la campaña se debe anunciar:

1) La construcción de la red nacional de autopistas, en el orden de los 10.000 kilómetros y 5.000 kilómetros de ferrocarriles nuevos, a precios internacionales, en cuatro años, para impulsar el crecimiento económico.

2) Aumentar el crédito bancario al sector privado, que en este momento se halla en el monto de $ 600.000 millones, vendiendo los 306.000 millones de pesos que los bancos tienen invertidos en títulos públicos, en la misma forma que comenzó a hacerlo el Banco de la Ciudad. Esto tendrá un efecto multiplicador que en poco tiempo elevara los préstamos bancarios al nivel de Chile. El cambio comenzará por la banca oficial para inducir la misma conducta en la banca privada por vía de la competencia. Al mismo tiempo se cuidará el fortalecimiento del mercado de los títulos públicos, garantizando su pago, nacional e internacionalmente.

3) Comprometer un aumento sustancial de las exportaciones en el orden del 20% por año y la reinversión de las divisas dentro del país.

Estas medidas tendrán un efecto muy favorable para alcanzar el pleno empleo, reducir la informalidad laboral, la pobreza y la desigualdad social. Y evitarán la contracción económica.

Pero fundamentalmente en el período preelectoral eliminarán el miedo al cambio que es el único factor que puede jugar en favor del oficialismo.

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