Por Susana Merlo.-

Para algunos, el sector agroindustrial es el principal beneficiario, hasta ahora, de las medidas oficiales. Recorte de las retenciones, sinceramiento en el valor del dólar, eliminación de restricciones al comercio, son las principales medidas que se mencionan en el paquete inicial de ayudas oficiales.

Sin embargo, lejos de esto, otras voces dan una versión sensiblemente distinta, y no porque las medidas sean malas, o inexistentes, si no más vale, porque los primeros “beneficiados” no fueron los productores o los empresarios agroindustriales, si no el propio Gobierno Nacional, urgido como estaba por el ingreso de dólares de la exportación (lo que no iba a ocurrir hasta que estas medidas se adoptaran).

Y, si este fue el disparador de las medidas, la oportunidad lo confirma, ya que para diciembre cuando se dio inicio al cambio de políticas, el principal producto de exportación, los granos, en este caso de la cosecha 14/15, prácticamente ya no estaban en manos de los productores, sino del acopio, industria, o la exportación.

De ahí que los supuestos beneficiados, al menos, para el público general, apenas podrán comenzar a “ver la luz al final del túnel”, en forma incipiente recién a partir del segundo semestre, y de manera mucho más contundente ya para el 2017.

El asunto es que, mientras tanto, la “brecha” se sigue ampliando, pues los ingresos aún no los tiene la producción, mientras que los costos siguen aumentando, lo que incluye a los combustibles, autorizados a subir por el propio gobierno, lo mismo que los peajes, aunque eso tenga una tendencia alcista en forma de cascada en la mayoría de los restantes precios, y complique los términos de la inflación proyectada.

La economía del mundo está complicada, y hasta recesiva en algún caso, lo que se refleja en la debilidad de la mayoría de las cotizaciones internacionales de los productos más diversos, desde el petróleo, hasta los cereales, o desde las oleaginosas hasta la leche.

Pero en la Argentina, a pesar del optimismo por la nueva política, la recesión también se hace sentir. Ya en febrero bajaron los niveles de consumo y se descarta que en productos masivos, los precios ya habrían llegado a su techo. El consumo interno ya no puede seguir traccionando, y los analistas están convencidos que Argentina no solo no va a crecer este año, si no que su PBI va a bajar algo más de 1%.

Las deudas son muchas, la plata no está, la producción es relativamente chica, y los precios internacionales están flojos.

¿De dónde va a salir entonces la plata para producir, para mover la economía local?

Naturalmente, el cambio político repuso nuevamente a la Argentina en el mapa mundial, y las complicaciones que se están dando en varias regiones (incluyendo al principal país del Mercosur: Brasil), hacen que Argentina se torne nuevamente en un lugar atractivo para invertir.

Hay capitales en el mundo dispuestos a venir a esta parte del Cono Sur.

También hay muchos fondos de los propios argentinos (dentro y fuera del país), pero en todo caso, cualquiera de ambos grupos no va a moverse en forma inmediata.

Pese a lo que algunos voluntaristas del gobierno creían, esa respuesta se va a ir dando en forma gradual y, seguramente, a partir del segundo semestre (si todo sale bien…).

Pero para entonces, en el campo, el trigo ya va a estar jugado, y buena parte de los granos gruesos también.

Los pooles de siembra, que financiaban miles de hectáreas, se fueron y difícilmente vuelvan antes del ´17/´18; las tasas de interés siguen siendo muy altas, y a los créditos con tasas subsidiadas de la banca oficial no todos tienen acceso.

De ahí que, incluso si el clima ayuda mucho, la cosecha de esta campaña a punto de comenzar, no se espera mucho mayor a la 15/16 que, contra la cifras oficiales, no superaría los 103/105 millones de toneladas totales, con la soja por debajo de los 60 millones de toneladas. Esta cifra, incluso podría sería menor en el próximo ciclo ya que aún sigue con 30% de retenciones, y nadie habla de cuando se produciría la siguiente rebaja, tema que puede complicar adicionalmente al Gobierno, tanto por la caída de ingresos de divisas (las oleaginosas son mucho más caras que los cereales), como por la merma en los ingresos fiscales que todavía aporta el “yuyo”, ahora en forma excluyente.

El panorama interno mejoró, pero aún falta el “con qué” y, mientras tanto, varios van a quedar por el camino también este año.

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