Por Susana Merlo.-

Lanzada totalmente la campaña presidencial, sin ningún pudor las máximas autoridades del país hacen uso y abuso de bienes e instrumentos del Estado con fines netamente proselitistas, por ejemplo, la vapuleada “cadena nacional” que, en forma recurrente, se convirtió en una herramienta clave para poner la imagen presidencial en la cabeza de la estrategia eleccionaria.

Pero los abusos no terminan allí, ya que cantidad de recursos y partidas presupuestarias (varias de ellas de Agricultura, entre otras) están sospechadas de ser utilizadas con el mismo fin sin que, a esta altura, mayormente nadie se alarme demasiado por cosas que no hace mucho tiempo atrás hubieran significado, al menos, el “exilio político” del funcionario que hubiera cometido semejante abuso.

Pero si dentro del país el tema es vergonzoso, la falta de límites hace que la campaña se lleve hasta el exterior, con anuncios e informaciones carentes de todo sustento, enmarcadas en el “vale todo” que viene caracterizando a la política local en los últimos años.

Y un ejemplo (más) de esto fue la reciente presentación de Argentina en la FAO, la organización mundial de la agricultura y la alimentación, con sede en Italia, hasta adonde fue la presidente Cristina Fernández y, obviamente, allí también dio un -largo- discurso.

Leer la extensa pieza (¿de oratoria?) es un ejercicio difícil.

De movida nomás, todo el cuadro lo fue, ya que el organismo internacional premió al país por su lucha contra “el hambre”. Naturalmente, se obvió decir aquí que más de 70 países recibieron el mismo galardón, entre ellos Venezuela (¡!) país que, debido a sus políticas, hoy debe importar el 80% de lo que consume porque perdió buena parte de su producción de alimentos por desaliento y falta de rentabilidad… (“cualquier similitud es mera coincidencia”).

Funcionarios de la propia FAO, reconocieron en un reciente artículo periodístico que (ellos) se basan en las estadísticas “oficiales” de cada país y que, además, usan las de 3-4 años atrás….(¡!)

Nada para agregar….Todos tienen clara la “calidad” de los datos oficiales.

El tema no cerró allí. Cristina Fernández reconoció que la Argentina puede producir “alimentos para más de 400 millones de personas, cuando apenas somos 41 millones…”.

Inmediatamente aseguró que este año se va a producir un récord de “119 millones de toneladas” (de granos), aseveración que hubiera merecido algún párrafo de Julio Verne en su momento, o más recientemente de Ray Bradbury, el rey de la ciencia ficción…

Suponer que con un área similar, o algo menor, a la de la campaña anterior, utilizando una comprobada menor cantidad de insumos (fertilizantes, herbicidas, insecticidas, etc.), y con contingencias climáticas que fueron desde las inundaciones a la seca, y de los calores extremos al granizo, se puede obtener un 12%-15% más de granos (unas 12-14 millones de toneladas) que en la campaña anterior, sería aceptable solo si mediara un milagro.

Más aún, pues no sólo la producción de tal volumen es técnicamente imposible con los datos conocidos, sino que además, parte de esas producciones ni siquiera se levantaron (por lo caro de la cosecha frente a rindes medianos-bajos), y otro tanto está siendo utilizado “para uso propio”, por la imposibilidad de trasladarlo dados los costos del transporte.

Además, debido a la capacidad formal de almacenamiento (unas 60 millones de toneladas), entonces tendría que haber aproximadamente 300.000 silo-bolsas para guardar semejante cantidad.

¿Y donde están?

Los principales analistas coinciden en que la producción local, en realidad, está “estancada” desde hace varios años y que, en materia agrícola, se mantienen los 100-105 millones de toneladas.

Pero a pesar de la experiencia, la palabra oficial todavía tiene algún peso. Internacionalmente se le cree. Nadie supone que se pueden falsear los datos a ese nivel.

De ahí que la FAO, el departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), las embajadas de los distintos países, crean que tal vez la Argentina realmente va a estar rondando los 120 millones de toneladas de cosecha.

Pero casi peor aún, algunos funcionarios del propio equipo lo creen y eso justificaría los controles “sorpresa” que está haciendo la AFIP en el norte del país para detectar mercadería que podría estar “saliendo”, ya que internamente parecen no encontrarla…

En todo caso, es evidente que ya no hay límites…

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