Por Juan José de Guzmán.-

Los argentinos somos bastante afectos a las divisiones y en muchos casos a profundizar las líneas de fractura de modo que las márgenes resultantes, a uno y otro lado sean opuestas, lo que en términos físicos llamamos grieta.

Es por esa sola razón y no otra que corremos prestos en busca de encontrar un vencedor en la envidiada situación de haber sido el lugar donde nacieron las 2 principales figuras del balompié de los últimos 36 años y muy probablemente junto al Rey Pelé el majestuoso podio ecuménico que Sudamérica le regaló a un deporte inventado por los ingleses hace más de dos siglos, al que llamaron “football”.

La inconducente discusión respecto a quién fue mejor que el otro entre Diego y/o Lionel nos lleva a dudar de que la respuesta dada (quien se haya atrevido a darla) haya sido la correcta.

Es como si le preguntásemos a un niño “a quién querés más, a papá o a mamá?” (esta analogía le pertenece a un filósofo de café, Carlitos Lódico, ex Lanús, compadre con mi esposa de nuestra ahijada María Laura)

Cada uno, a su manera, son los embajadores plenipotenciarios que hicieron que Argentina sea mencionada hasta los confines de la tierra y lo seguirá siendo cada vez que se hable de fútbol o de aquellos que supieron hacer en este deporte, verdaderas obras de arte.

Demos gracias al Señor (dice el Salmo bíblico) por haber sido decisión suya que estos máximos representantes del fútbol hayan nacido en nuestra tierra.

No discutamos más, entonces, “oremos”.

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