Por Juan José de Guzmán.-

Cuando los números “están difíciles”, cuando parece que debido a sus muchas torpezas y errores el oficialismo será castigado en las urnas, siempre habrá un Fernández para polarizar la opinión y otorgarle ventajas a la gente de Cambiemos.

Cuando los videos que mostraban a Alberto haciéndole las críticas más despiadadas a Cristina habían dejado de sorprender al potencial votante apareció Aníbal (cuando no) y como en el juego de la OCA mandó al Frente de Todos a la Casilla 58 (volver a Casilla 1).

Justo cuando todo parecía encaminarse por el lado de la seriedad, de la prudencia, cuando las encuestas en el Gran Buenos Aires empezaban a sonreírle a Kicillof, Aníbal confesó que preferiría dejarles a Barreda a sus hijos, antes que a Vidal (María Eugenia).

Y la gente volvió a sentir el frío en la nuca, el pavor a volver a ver esa imagen horrible de quien nos mentía en la cara, aseverando que los números del INDEC eran correctos, que Alemania tenía más pobres que la Argentina, que el Fiscal Nisman era un “putañero” que dilapidaba nuestros dineros con “gatos”, casi, como justificando que le hubiera pasado lo que le sucedió ese oscuro fin de semana de enero de 2015.

Y Colorín Colorado, el 11 de agosto tendremos la respuesta de cómo cayó en los bonaerenses la “humorada” de este Fernández.

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