Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor director:

Llama poderosamente la atención que un ex jefe policial, que intervino en la investigación del asesinato de María Marta García Belsunce, cometido el 27 de octubre de 2002 (ver relatos en LA PRENSA del 12.7.2007, 13.7.07 y 19.7.22) en el country Carmen de Pilar, haya asegurado que era «una hipótesis altamente positiva» que el vecino Nicolás Pachelo (el perejil) haya sido el autor del homicidio. Se trató de una confabulación del inculpado viudo Carlos Carrascosa, principal acusado del crimen, tras ser absuelto, pidió una reparación económica, teniendo en cuenta que la occisa fue enterada por orden del entonces fiscal Diego Molina Pico y el 2 de diciembre de 2002 se descubrió que en realidad la socióloga García Belsunce había sido asesinada a balazos en la cabeza, siendo su viudo condenado a la pena de prisión de 5 años y medio por «encubrimiento» -en fallo dividido del Tribunal de San Isidro -como principal responsable de su asesinato, por seis disparos en la cabeza a corta distancia por su viudo Carlos Carrascosa. Quién confabuló con sus parientes -Irene Hurtig, hermana de la occisa, Guillermo Bároli, cuñado, Horacio García Belsunce (h), entre otros); que no denunciaron el crimen a la Policía y pidieron que sacaran a la policía de encima, mintieron al fiscal Molina Pico, movieron el cadáver de lugar, alteraron la escena del crimen para hacer desaparecer evidencias y pruebas, lavaron la sangre de paredes, piso y la bañera, hicieron desaparecer una sábana, unas ocho toallas y un pantalón de Carrascosa tintas en sangre, y tiraron una bala «el pitufo» por el hinodoro -Horacio García Belsunce (h) después de confabular con los demás, fraguaron el certificado de óbito, no permitieron el ingreso del doctor Noitig, un respetable médico vecino, que vivía en el lugar, para revisar la víctima, y pretendieron inculpar al vecino Pachelo y a un vigilante Ortíz del crimen, lo que no pudieron probar.

Durante el velorio instalaron en el country que la muerte había sido accidental y no permitieron a algunas personas acercarse a la occisa, a la que maquillaron y peinaron para esconder las heridas de su cabeza (cinco balazos con un pegamento (Poxipol), todo lo cual implica una asociación ilícita.

Es evidente que van a la cárcel únicamente quienes no pueden pagar a un abogado penalista, Carrascosa llegó a contratar a hasta cinco hasta el año 2011, siendo notorio que aquéllos cobran honorarios a precio de oro, quien vive de rentas desde la década del ’90 (del siglo pasado). Y, si la Justicia averigua de dónde provienen sus ingresos, encontrará el móvil del crimen que el fiscal Diego Molina Pico -el justo defensor de María Marta y que trató de satisfacer la vindicta pública-, no pudo probar.

Por lo expuesto, es improcedente que Carrascosa haya pretendido que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condene al Estado argentino con una «adecuada reparación económica», lucrando con la muerte de la malograda socióloga, por los siete años y medio que estuvo preso, y vulnerar su «proyecto de vida» (sic)

A tomar debida nota los fiscales Ángel Becerra, entonces a cargo de la Sub Delegación Departamental de Investigaciones (SubDDI) de Pilar, la fiscalía general adjunta de San Isidro, Patricio Ferrari, y sus colegas Andrés Quintana y Federico Rodríguez, es decir, que el vigilador Pachelo es inocente; y que el principal criminal/asesino es Carlos Carrascosa, con la complicidad de Irene Hurtig, hermana de la occisa, Guillermo Bártoli, cuñado, Horacio García Belsunce (h), entre otros…

Con cordiales saludos.

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