Por Giuliano Iezzi.-

“El cuarto poder” es un concepto acuñado al parecer por Edmund Burke. Expresa que la prensa es un poder que se encuentra al mismo nivel que los tres poderes de la República. A lo largo de la historia esta aseveración se ha demostrado cierto y es común decir, que “la espada puede más que la palabra”.

La frase del siglo XVIII es precursora de lo que Antonio Gramsci y Joseph Goebbels plantearan en sus poderosas digresiones sobre la comunicación.

A diferencia de Antonio, Joseph fue operativo y visto que, en la Alemania de los treinta, pocos podían comprar diarios o bien tener radio o ir al cine, equipa camiones que viajarán por Alemania proyectando películas de propaganda en las plazas, con un efecto impresionante. A estas alturas, Serguéi Einsestein ya había inventado su técnica de montaje, y Joseph hizo un uso amplio de la misma. En pocas y paupérrimas palabras Serguéi propone genialmente que las escenas deben “hacer fluir las emociones”.

En definitiva, el arma más poderosa de la propaganda había nacido hija de varios padres y estaba cargada con metralla. El efecto devastador que posee ese matrimonio entre psicología y tecnología es evidente en la historia a partir de ese entonces, por lo tanto me exime de mayores precisiones.

La llegada de la televisión magnificó el poder de la radio, puesto que incluye imágenes. Esta explicación me pareció necesaria porque es bastante común ver y escuchar, en los últimos tiempos, a “periodistas” renegando de ese poder. Se quieren disfrazar de comunicadores, mientras que en la realidad operan de “generadores de opinión”. (Las más de las veces muy bien pagos).

Algunos políticos creen que su efecto es inmediato y han hecho barbaridades creando medios y destruyendo otros. Pero como el agua en la roca, su poder es demoledor pero depende de la persistencia.

Es tan peligrosa como un arma. No alcanza con la simpleza de saber su despiece para poder discernir su utilización. No cualquiera debería manejarla sin la preparación moral pertinente. O de lo contrario, y al decir del vulgo, pueden ser monos con navajas. Y esto es lo que sucedió con el tema del Hippie ahogado y hoy con la gran tragedia del A.R.A. San Juan.

Muchos comunicadores son como el Cuco, que es un ave que pone sus huevos en nido ajeno para que se lo empollen y alimenten. En este caso el “nido ajeno” es el dolor de los deudos en primer lugar. Y el huevo el necesario rating. Lo logran haciendo reportajes inconducentes, cuya única base es el dolor del deudo, que es utilizado para exacerbar las emociones del espectador. Esta deplorable conducta es utilizada por casi todos los medios. Día tras día. machacando con un cínico buscar de culpabilidades, sobre un tema que gracias a ellos mismos no se sabe nada. Desinformar por intermedio de un alud de informaciones inexactas o mentirosas. Llevan “Técnicos”, para “rizar el rizo”, y algunos de ellos dan pena y bronca, enroscando supuestos y mentiras. Llenan todo el día con una sensiblería evidentemente hipócrita, con el solo motivo del rating a toda costa, pero a bajo costo. Total el dolor ajeno es gratis, y poder tener esos cinco minutos para hablar ayuda al sufriente.

Se adentran en el campo de las responsabilidades sin conocimiento, ni información alguna, pero aquí copian la conducta de otro bichito volador, el Tero. La figura es válida por aquello de “cantar en nido ajeno”, desviando así la atención. En esto hacen como, la montonera, ex ministra de Defensa Garre, que tiene el tupé de atacar al gobierno con motivo del “posible recorte del presupuesto de Defensa”. Picardía que solo ofende inteligencias.

¿Por qué también digo que hacen como el tero los “periodistas”? Pues porque la destrucción de las FFAA se viene realizando sistemáticamente desde 1983 y ellos también ayudaron a callar o a justificar los hechos. Es ominoso el silencio que han mantenido durante 30 años, y ahora se rasgan asquerosamente las vestiduras. Realmente es muy sucio el accionar si se tiene en cuenta que han sido los “coautores del relato único”, o bien partícipes “muy” necesarios. Y no me vengan con relativismos, todos son responsables porque de lo contrario no estarían trabajando hoy en los diarios, las radios o la TV. Para más claridad me remito a la periodista italiana, con más coraje que sus colegas hombres, La Señora Oriana Fallaci. Recordando cuando le dijo al “legendario”, Bernardo, en su programa televisivo: “Si Ud. no estuvo preso es que no dijo la verdad”.

¿Quién sino ellos han contribuido a parir esta democracia medio pelo, y a desmantelar la república con teorías pseudo progres/socialistas? ¿Quiénes han silenciado a las víctimas del terrorismo?

¿Qué hicieron durante doce años? Yo no me olvido, aunque algunos de ellos últimamente hayan sido funcionales a la caída del peronismo, que dicho sea de paso sucedió por podredumbre y hastío de la gente, pero no derrotado.

¿Quiénes le dan a la lata con la utopía totalmente irracional de un peronismo democrático y republicano?

¿Dónde estaban mientras se pisoteaba la Constitución?

¿Quién cimentó el poder de los KK, que ahora denuestan?

¿Quién elevo al Olimpo de los héroes nacionales a madres y abuelas de asesinos?

También ellas se cayeron a la letrina solitas, pero no hay periodista que se les animen sin apelar a un pasado tan noble como mentiroso?

¿Cómo es posible que no hayan expresado el mínimo repudio, al ninguneo que las madres de terroristas han manifestado frente a las madres de los marinos?

¿Porque ayudaron a los terroristas, cuando en el mundo entero son criminales de lesa humanidad, a ser héroes y poderosos?

En esto realmente prefiero la sucia e indecente posición que ha asumido la izquierda y el peronismo, porque al menos es sincera en su execrable posición, pero no se andan con eufemismos.

Para terminar con el listado de responsables, me apoyaré en una característica de los obesos (yo lo soy). Nos basta pensar en iniciar la dieta el próximo lunes, para relajarnos y poder comer sin culpa. Parece chiste pero es así. Un psicólogo me dijo que eso se llama catarsis.

Y eso es evidente en nuestra sociedad, lloramos un poco con los veteranos de Malvinas luego de 35 años de silencio y ya está, hemos cumplido. Ahora piden poner banderas, para catarsis y tal actitud me parece como si el “Petiso Orejudo” se pusiera un cartel en defensa de los niños.

Tenemos la oportunidad de movernos y no de hacer catarsis lloriqueando por los rincones con un choripán en la mano.

Hermanos, derramar sangre es muy malo, pero mucho peor es que haya sido en vano. Si ha habido algunos camaradas de armas culpables de silencio, el remordimiento de las muertes es buen castigo, pero los responsables directos por corrupción deben estar presos sin piedad. Presos por las muertes y por el robo.

Hagamos que los 44 héroes/víctimas, que han pagado el mayor precio por la desidia, por la corrupción y la cobardía, al menos sean la base de una patria mejor, y no como tanta otra sangre derramada, que nos han inducido a olvidar. Eso les debemos a su memoria y a sus deudos y no lágrimas, banderas o flores.

Me doy cuenta de que mi incapacidad de decir más verdades sin ofender, se me acaba, y me llamo a silencio.

Respetuosamente.

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