Por Jorge Augusto Cardoso.-

El 15 de febrero próximo, se cumplirán 211 años del nacimiento de uno de los más grandes hombres del siglo XIX en nuestra patria. Se trata de Domingo Faustino Sarmiento. Es bien sabido su gran aporte a la educación pública, a la meteorología, a la agricultura, a la urbanización y a otras actividades que contribuyeron al desarrollo productivo del país, pero poco se dice de su visión y proyección de las Fuerzas Armadas como instrumento de la política exterior del país.

Al asumir la presidencia, en 1868, Domingo Faustino Sarmiento encontró una situación internacional extremadamente compleja. Culminaba la guerra contra el Paraguay y comenzaban los problemas y disputas por la demarcación de límites con Brasil, Paraguay y Bolivia. Sin apoyo armado, la diplomacia argentina actuó “evangélicamente”, al decir de Estanislao Zeballos, proponiendo una resolución de la cuestión de límites con un pie de igualdad con el vencido.

La “Doctrina Varela”, sintetizada en la frase” La victoria no da derechos a las naciones aliadas para declarar por sí límites propios”, fue rechazada por Brasil quién, adoptando una posición agresiva, apoyada por un fuerte ejército de ocupación y una poderosa escuadra que ocupó la Isla argentina de “Cerrito” en la confluencia de los ríos Paraguay y Paraná, se anexó gran parte del territorio de Paraguay sin consultar a la Argentina violando el tratado de la triple alianza que incluía a nuestro país en las cuestiones de límites. Dispuso, unilateralmente, que el límite con Argentina fuese el río Pilcomayo.

El Ministro de Guerra y Marina de Sarmiento le comunica a éste en su memoria que, aun cuando el Ejército se encontraba bastante bien pertrechado, el estado de la Armada era desastroso: “Siento tener que cumplir con el penoso deber de informar que carecemos absolutamente de escuadra. Algunos buques en mal estado; y algunos Jefes y Oficiales, aunque muy dignos, no constituyen una escuadra”

Sarmiento, que sabía que las Fuerzas Armadas sirven para sostener y apoyar el libre albedrío de las decisiones que adopta el Estado y que tienen la capacidad de limitar las aspiraciones foráneas, en este caso fue las de Brasil sobre la Argentina, comprendió entonces que debía revertir las escasas posibilidades de maniobra de que disponía por la falta de un mínimo poder naval del que el otro país hacía gala. Así impuso la sanción de la ley N° 498 del 27 de mayo de 1872 que autorizaba la compra de “Tres buques de guerra encorazados del sistema más adelantado y más adecuado al servicio de la república” A tal efecto se adquirieron buques con los mejores adelantos tecnológicos en la época; incluían propulsión a vapor y a vela con protección blindada y artillería. Ellos fueron: monitores El Plata y los Andes; cañoneras Paraguay y Uruguay; bombardas Constitución, República, Pilcomayo y Bermejo; vapor taller depósito de torpedos y minas; vapor avisos Resguardo y Vigilante; vapor transporte armado Pampa; vapor Sirena; remolcador Puerto de Buenos Aires; transporte Santa Fe; ballenera Guarda Costa y pontón Vanguardia.

Artilló la Isla Martín García, y creó un arsenal y depósito de Marina en Zárate. Creó la Escuela Naval y el Colegio Militar de la Nación para proveer líderes en la Conducción, Oficiales instruidos en ciencia y en el arte de la guerra, tanto en mar y tierra, al servicio de la República.

Todas estas medidas contribuyeron a que el estuario dejara de ser recorrido por la escuadra brasileña, entre otras, en permanente actitud de hostigamiento y presión; además favoreció que el tratado de límites de 1875 se realizara contemplando nuestro propio interés.

Además de crear, como he mencionado, el Colegio Militar (1870), la Escuela Naval (1872), fundó las primeras escuelas normales, el Observatorio Astronómico (1872), la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (1870) y alrededor de ochocientas escuelas primarias. Durante su gobierno la población escolar se elevó de treinta mil a cien mil alumnos.

Se construyeron 5000 Km de líneas telegráficas; incrementó las vías férreas; construyó el tren trasandino, que conectó el océano Atlántico con el Pacífico; el puerto de Zárate y el de San Pedro, éstas, entre sus principales obras en la presidencia

Considero muy necesario destacar que la población argentina que de alguna u otra forma tributó para que las arcas del Estado pudieran hacer esa y otras muchas inversiones en seguridad, salud, educación, urbanización y transporte fue, según surge del primer censo nacional que mandó realizar en 1869 el mismo Sarmiento, de sólo 1.877.490 habitantes.

Hoy somos alrededor de 45.000.000 de habitantes y no podemos sostener lo hecho entonces; ni hospitales, ni escuelas ni vías férreas, ni buques, ni Fuerzas Armadas… ¿Qué nos está pasando como Nación? Hoy, a diario, de día y de noche nuestro mar es depredado por flotas extranjeras que operan libremente sin pagar canon alguno por ello, porque carecemos de una flota y aviación naval capaz de impedir que eso ocurra.

Con los ingresos de permisos de pesca, si se pudieran efectivamente cobrar con poder de coacción para ello, se podría pagar gran parte de la deuda externa.

La Argentina tiene un PBI per cápita similar al de la Federación Rusa, aunque algo menor, y varias veces por encima del de Corea del Norte, sin embargo, estos países tienen un peso muy superior al nuestro entre las naciones, y eso es porque poseen sólidas fuerzas armadas.

En mi opinión, lo desarrollado por nuestro prócer y la generación que lo sucedió y acompañó debería tomarse como enseñanza para las presentes y futuras generaciones:

“Para asumir una política internacional conforme al propio interés, la Argentina, como cualquier otro país en el concierto de naciones, necesita de un efectivo sostén de las Fuerzas Armadas durante los deseables largos períodos de paz”.

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