Por Roberto Fernández Blanco.-

El Gran Hermano es un/una psicópata que convence al ciudadano de que lo está protegiendo y guiando cuando en verdad lo está sometiendo, un déspota parasitario mantenido por la comunidad, un saqueador afaníptero que nada produce y se alimenta succionando de la producción de riqueza mediante impuestos y mediante ese letal patógeno destructor de la economía que se llama Inflación Monetaria.

El Estado es el Consorcio de Ciudadanos, el Soberano, la Autoridad Suprema, el Mandante, que consolidó su instauración mediante un Reglamento de Constitución del Consorcio Estado (conocido como Constitución Nacional) donde se establecieron las bases para preservar una convivencia social armónica, pacífica y respetuosa de las libertades y derechos de cada ciudadano/a participando e interactuando socialmente en libre y espontánea cooperación, desarrollando libremente sus capacidades y potencialidades creativas y productivas para generar riqueza e intercambiar libremente los frutos de su producción, sean estos bienes, servicios, arte, ciencia, etc.

Para su mejor operatividad social y preservación contra intentos autoritarios que pudieran degradar las condiciones de libertad y armonía previstas, se instauraron tres instituciones subsidiarias independientes, la Administrativa (Ejecutiva) a cargo de un Mandatario (empleado público a sueldo que debe cumplir las obligaciones establecidas por el pueblo mandante), el Consejo de Administración (Legislativo) y la institución Judicial para garantizar el fiel cumplimiento de las responsabilidades y obligaciones asumidas por cada ciudadano, en particular la de quienes -como empleados públicos- han sido designados por el pueblo para ejecutar las específicas tareas que se les han encomendado dentro de las limitadas atribuciones que el pueblo les ha delegado.

Nunca deberá el pueblo olvidar su condición de Soberano, cuidando que quienes designó con el carácter de mandatarios administradores no rebasen sus limitadas atribuciones y se desborden hacia una deriva autoritaria, ante lo cual deberá el pueblo reaccionar para preservar los derechos y libertades de cada uno y de la totalidad de los integrantes de la comunidad.

Quizás debamos incorporar como libros de lectura recomendada a La Rebelión de Atlas de Ayn Rand y los dos de George Orwell: La Rebelión en la Granja y “1984”.

Cabe citar un comentario de George Orwell en 1949 acerca de su libro, en el que dice: mi última novela [1984] quiere describir las perversiones a las que se ve expuesta una economía centralizada como las que ya han sido realizadas parcialmente por el comunismo y el socialismo fascista. Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo que sí creo (si se tiene en cuenta que mi libro es una sátira) es que puede ocurrir algo parecido. También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en los cerebros de los intelectuales en todas partes del mundo y he intentado mostrar cómo llevan estas ideas hasta sus inevitables lógicas consecuencias.

Conviene mencionar que el “Partido Único” de su obra 1984, comandado por el Gran Hermano, tiene -entre sus ministerios- el Ministerio de la Abundancia y el Ministerio de la Verdad.

El Ministerio de la Abundancia tiene a su cargo la economía planificada y el mantener a la población viviendo al borde de la subsistencia mediante un adecuado racionamiento, situación a la que se llega destruyendo la economía comunitaria, llevando a la sociedad a la condición de aislamiento mediante defaults y ruptura de vínculos comerciales con otros países y organismos económicos internacionales, tal como nos viene sucediendo a los argentinos.

Por su parte el Ministerio de la Verdad tiene a su cargo el sostener la única verdad, manipulando y destruyendo todo tipo de documento (libros, artículos, periódicos, filmaciones, etc.) para preservar la versión oficial de la historia, la del Pensamiento Único, la establecida y sostenida por el Partido Único.

El Gran Hermano lidera ese enorme Estado colectivista denominado Oceanía, en el que las personas viven sometidas a un control asfixiante y a una propaganda alienante que los desmoraliza y les impide pensar críticamente. El Gobierno suprime todo derecho y condena a una existencia miserable, con riesgo de perder la vida o sufrir vejámenes espantosos, a aquellos que no demostrasen suficiente fidelidad y adhesión a la causa nacional. Para ello se organizan numerosas manifestaciones, donde se requiere la participación activa de los miembros, gritando las consignas favorables al partido, vociferando contra los supuestos traidores y dando rienda suelta al más desaforado fanatismo. Solo con fervor fanático se puede escapar a la omnipresente vigilancia de la policía del Pensamiento Único.

Un verdadero estado de servidumbre.

En su libro 1984 George Orwell describe a la perfección la patología de los psicópatas que van en busca del poder absoluto, naturalmente obsesivos en sus irracionales e irrenunciables objetivos.

Si algo de esto le resulta familiar y Ud. aprecia su libertad, actúe para preservarla.

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