Por Jorge Augusto Cardoso.-

Las Fuerzas Armadas son el último recurso para la supervivencia del Estado, (fijarse en Ucrania); sin embargo, la política que se viene llevando para con ellas, parecería que tuviera como finalidad degradarlas, eliminarlas. Sus integrantes, al carecer de adecuados medios de entrenamiento y bajísima remuneración en relación a sus capacidades intelectuales, físicas y psicológicas mudan, no sin dolor, de carrera, en busca de mejores oportunidades.

Urge tomar medidas para que se reafirme la especificidad de la función militar y se devuelva a sus integrantes, el orgullo de pertenecer. Es imprescindible mejorar las muy bajas retribuciones en relación con las de otros funcionarios civiles, incluidas las Fuerzas de Seguridad, cuyos salarios aumentaron mucho más que la del militar, en quién la sujeción profesional es mayor; sus leyes particulares la constriñen. Solo tres empleos del Estado requieren aprobación del Senado, los Oficiales Superiores, los Jueces y los Embajadores, esto significa que se encuentran en el mismo nivel, la misma categoría, no obstante ello, las diferencias salariales de los últimos con los primeros, son abismales; deberían equipararse.

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