Por Oscar Edgardo García.-

El aterrizaje del avión venezolano-iraní en el país trajo aparejadas posturas del gobierno y declaraciones de varios de sus funcionarios que resultan burdas, contradictorias y sin sustento.

El Gobierno Nacional, a riesgo de estrellarse, es quien no termina de aterrizar. Continúa su marcha, necia e inexorablemente, suspendido de un inamovible punto fijo, pendiendo de un hilo y oscilando de un flanco a otro, primero hacia un lado y luego hacia el contrario, al igual que un péndulo.

La lamentable presencia en el país del avión venezolano-iraní no hace más que ratificar que estamos frente a un gobierno pendular con un primer mandatario que lo confirma plenamente en cada acción, discurso o presentación pública que realiza, con vaivenes, contramarchas y curvas, erráticas, impensadas y extravagantes, que lo conducen inevitablemente a un callejón sin salida para su gestión y para la alianza que representa.

El pueblo con su voto deberá dar paso a la esperanza de que al final de esa callejuela se encuentre una puerta que se abra con una lámpara que ilumine un camino que permita transitar hacia un futuro promisorio.

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