Por Ricardo Bustos.-

Las evidencias son parte de nuestra forma de convencernos de aquello que ocurre y a veces nos cuesta creer que así sea.

Soy católico, me eduqué en un Colegio Salesiano, fui bautizado y he tomado la primera Comunión en la Basílica de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la Argentina y la segunda Comunión en la Iglesia de mi Colegio, Sagrado Corazón de Jesús en mi ciudad natal La Plata (58 y 9).

Hasta hace (quizá) unos 20 años, todavía existía ese entusiasmo religioso por la Nochebuena y Navidad, donde todo eran preparativos que nos llenaban el alma de gozo.

Las familias, se iban reuniendo, llegaban desde lejos aquellos que no se veían muy seguido por diferentes razones.

Las mesas de la Nochebuena, eran una fiesta de afecto, abrazos, besos, lágrimas de emoción por el reencuentro de esos rostros que tanto extrañaban.

Hoy todo es diferente y no me preocupa porque tampoco lo hago, pero veo que nadie se saluda, muy pocos se desean «feliz Nochebuena» y no existe esa pequeña dedicatoria, aunque sea en un mensaje de texto. La gran mayoría de los jóvenes, no tiene idea de que se trata la NOCHEBUENA. Hace poco pregunté a una niña que estaba en catecismo preparándose para tomar la primera comunión, si sabía que era el «agua bendita» y me respondió que no tenía idea. Hoy la nochebuena de los jóvenes, es brindar y salir a bailar con los amigos o salir de rondas hasta la madrugada o quizá, hasta el otro día, sin distinción de géneros.

No juzgo a nadie. La Nochebuena se ha convertido en una costumbre para comer y beber lo que no hacemos el resto del año.

Nadie está obligado a pertenecer o formar parte con sus creencias de algún Culto o religión. El mundo está cambiando y cuando nos alejamos de quienes de alguna manera nos guian con el «don» de la palabra, a veces nos quedamos huérfanos dentro del alma. Me llama la atención, el tremendo deterioro que ha sufrido la Religión a la que pertenezco en la fe a la hora de conmemorar estas fechas tan significativas. Algo similar ocurre con las pascuas, donde solo prestamos atención al conejo de chocolate, o los días de los Difuntos y Santos, que solo se ponen de manifiesto en el Cementerio.

Nunca he sido egoísta con mi religión. Unos cultos se apagan, otros se encienden y gran cantidad de nuevos o viejos fieles, cambian de creencias o se incorporan a otras nuevas porque encuentran más calor espiritual para los problemas que aquejan a su alma.

Estoy convencido que todo culto o religión, tienen su lado bueno y el otro, de nosotros depende como sea mientras permanecemos bajo su misma luminosidad espiritual. Nada cambia para mí, si son sacerdotes, pastores o guías espirituales, quienes llevan adelante una ayuda espiritual que el fiel necesita. Lo importante es hacerlo convencidos que la vida, también necesita de ese elemento llamado espiritualidad, tanto como el material.

Deseo a todos por igual, una feliz Nochebuena y mejor Navidad. La vida, de todas maneras continúa.

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