Por Otto Schmucler.-

“La diatriba de Luciani incidió para el atentado a mi persona”.

En su declaración como víctima en el juicio oral por el intento de magnicidio perpetrado en su contra, la expresidenta hizo hincapié en el papel que le cupo a Diego Luciani, fiscal del juicio oral sobre la Obra Pública al que describió como uno más de los muchos que instalaron las mentiras con las que se consumó el lawfare que sufre desde hace tiempo.

Más que un alegato, que durante 20 días instaló una serie de mentiras (como ya lo había hecho en 2019 en otra causa en su contra) a la que “ella” había logrado desbaratar por completo, según su versión.

Así las cosas, quedó el camino allanado para que unos loquitos atentaran contra su vida, pero ella y el ejército de abogados que la defienden piensan que los actores intelectuales, que fueron quienes la querían muerta, no han sido llevados a los banquillos de los acusados porque ella supone que son los poderes hegemónicos los verdaderos autores del intento de magnicidio de una luchadora y protectora de los pobres como lo es Cristina Fernández.

Quienes hemos seguido cada uno de los días de su impecable alegato no podremos sentir otra cosa que perplejidad ante su presentación, porque no dejaron margen a dudas sus prolijas presentaciones, donde expuso el material respaldatorio de su acusación (incluyó un video grabado desde un dron, desde el inicio hasta el final de la obra que había sido adjudicada y pagada a Austral y permanecía sin haber sido iniciada al día de hoy). Yo además he visto la denuncia hecha en el Congreso de la Nación del Senador Costa, donde enumera todas y cada una de las obras no terminadas (alguna de ellas sin comenzar) que fueron pagadas religiosamente al socio de la familia Kirchner.

https://www.youtube.com/results?search_query=senador+costa+se+la+llevaron+toda

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