Por Luis Razzolini.-

La palabra “lawfare” guerra jurídica, creada para referirse al ataque contra oponentes utilizando indebidamente los procedimientos reglamentarios para que aparezca como algo legal.

Si bien soy un enemigo del uso de palabras ajenas a nuestro idioma, incorporadas por el cholulismo argentino, tales como baby shower, Halloween, lawfare.

El uso frecuente de esta última, uno de los primeros en usarla fue Francisco, haciéndose cómplice de Cristina Kirchner, cuando se refirió a las causas que la ex presidente debía enfrentar en la justicia a pesar de la montañas de pruebas que avalan dichos juicios.

También la escuchamos a Cristina hablar de lawfare cuando le preguntan por sus causas, única excusa para eludir la verdad.

Y permítanme ahora usar esa palabra de lawfare, para demostrar, usando su propio vocabulario, cuál es la verdadera guerra jurídica contra opositores, en contra de lo que sostiene el Kirchnerismo.

En Agosto del 2018, por orden del Juez Bonadío fue allanada la casa de Cristina Kirchner en el Calafate. En una bóveda que había allí, se encontró material de inteligencia, documentación con detalles típicos de espionaje, transcripciones de escuchas ilegales a dirigentes opositores, a directivos de empresas multinacionales, a asesores financieros. Seguimiento de medios de prensa, expedientes de la AFIP que deberían ser resguardados por el secreto fiscal.

Entre las personas espiadas cuyas comunicaciones fueron grabadas están las que mantenían Stiuso, un ex agente de inteligencia, con el ex Director de la SIDE Miguel Ángel Toma, ambos querellantes en la causa. Este último confirmó en un medio periodístico que la transcripción de sus charlas telefónicas se correspondía a diálogos que él efectivamente mantuvo.

Así lo declaró bajo juramento ante la justicia, y le pidió al Juez Martínez de Giorgi que tiene la causa, que llame a declaración indagatoria a Cristina Kirchner, solicitud que duerme el sueño eterno hasta que prescriba la causa. Proceder de los jueces militantes que garantizan la impunidad de sus jefes.

Quiero recalcar la diferencia para el tratamiento de las causas de espionaje en el caso que acabamos de ver, contra Cristina. Que tiene pruebas sólidas, documentadas, casos de espionaje grave fundamentalmente contra adversarios políticos, lo que la hace de una peligrosidad extrema que atenta contra el funcionamiento de la democracia, y la causa por espionaje contra Macri, la celeridad del juez Bava, para citar a indagatoria, prohibirle salir del país cuando se encontraba en los EEUU, reiterar la citación a declarar sin el relevamiento del secreto de inteligencia, decreto firmado en la escalerilla del avión por Alberto Fernández para poder interrogarlo, lo que demuestra la urgencia en procesarlo.

Esto es el verdadero lawfare del que ustedes tanto hablan, causas con pruebas contundentes contra causas armadas, las primeras cajoneadas y la segunda que avanzan con la velocidad de un rayo.

Por lo menos así lo veo yo.

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