Por Mariano Aldao.-

No he salido aún de mi estado de perplejidad tras haber abierto el video llegado a mi WhatsApp (muchos lo habrán recibido también, porque se viralizó en redes) aunque no he visto que haya tenido la misma repercusión en noticieros de radio y televisión. El mismo está relacionado con la exposición de Roberto Mazzoni en el Senado de la Nación donde denunció allí, como también lo había hecho ante el Juez Lijo (que desestimó la misma sin haber ejecutado ninguna de las medidas de prueba solicitadas por el querellante cerrando la causa que ahora la Cámara Federal porteña ordenó reabrir) a poderosas figuras de la salud relacionándolas con la trata de personas:

https://www.youtube.com/watch?v=1KM2Dg2I2dc

En julio pasado había pedido la colaboración de la “Procuradoría de Trata y Explotación de Personas” a raíz de una presentación de la “Asociación de Madres de Víctimas de Trata” en la misma causa.

¿Cómo es posible que toda causa que haya pasado por el juzgado del Juez Ariel Lijo (el 50% no se resuelven en menos de 10 años estadísticamente hablando) tenga olor a naftalina o a podredumbre judicial y estemos debatiendo en la calle y en el Congreso de la Nación sobre su idoneidad para cubrir una vacante en el Supremo Tribunal de Justicia?

Este juez le fue sugerido al Presidente Milei por Ricardo Lorenzetti y por su asesor Santiago Caputo (el de los 100.000M para inteligencia). A propósito del topito, no sé por qué su figura me trae reminiscencias de Julián Álvarez, aquel secretario de justicia de Julio Alak que, a sus jóvenes 32 años, según las malas lenguas de Comodoro Py, entraba pateando puertas en los despachos de sus señorías.

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