Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor director:

Cómo (no) era de esperar, el presidente Alberto Fernández, reiterando el historial iniciado por Juan Domingo Perón en 1946, volvió a tomar a los jubilados como factor de ajuste económico. Recordemos que a 1946 las cajas de jubilaciones concedían préstamos para la construcción de viviendas, y a partir de ese gobierno, prácticamente todos los gobiernos vienen apoderándose de nuestros recursos para tapar el barril sin de fondo del gasto público, que en los 12 años y medio del gobierno kirchnerista creció del 27,2% al 46,3% del Producto (PBI), la presión tributaria del 22,8% al 34,8%, que es confiscatoria de acuerdo con la Corte Suprema de Justicia de la Nación, carcome la actividad privada con elevados impuestos, haciendo inviable la creación de riquezas, al tiempo que licua salarios y jubilaciones, y los empleados públicos de 1.900.000 a 3 y medio millones.

El jefe de Estado que había prometido en su campaña electoral conceder a los jubilados un aumento de sus haberes del 20%, que quedó en agua de borrajas, y, por el contrario, anuló por un DNU (inconstitucional) la ley de movilidad previsional, de su antecesor, el ex presidente Mauricio Macri, de modo que al mes de marzo pasado, que nos correspondía un incremento del 11,56% (en mi caso un incremento de $ 5.479,65. graciosamente por el decreto 168/2020, me concedió $ 1.591,80; y con la actualización de nuestros haberes en forma trimestral, ahora pasa a ser semestral, sin, considerar la inflación, que fue un invento del benemérito Perón, es decir que «fórmula de movilidad está compuesta un 50% de los salarios de la economía formal y la otra parte es la recaudación y eso siempre va a dar por encima de la inflación» (sic; a otro perro con ese hueso), pues da de bruces con la realidad.

De modo, que utilizará nuestros recursos (del Fondo de Garantía y Sustentabilidad previsional) para financiar las prebendas que el Estado concede a hijos, padres y abuelos, que nunca trabajaron ni piensan hacerlo, y sin exigir la contrapartida en en trabajo, y de ese modo incentivar la vagancia.

Como no tenemos fuerzas de choque ni cortamos las avenidas Belgrano y 9 de Julio, nos consideran como afortunados y pudientes, y por ello lisa y llanamente nos toman como hijos de la pavota y factor de ajuste económico.

Tampoco, considera que, según las estadísticas, a septiembre pasado, se requería un ingreso de $45.477,86 para no caer bajo el umbral de pobreza, y de $18.792,48 en él de indigencia, de modo que un 70% de los jubilados que perciben el haber mínimo, son míseros, tratándose de personas que trabajaron toda una vida; cuando el mismo Estado concede a los convictos en prisión un salario mínimo vital y móvil.

Le sugiero a Albertro Fernández que tenga muy presente, que a la vigencia del proyecto de ley de la nueva movilidad previsional -que no tiene en cuenta la inflación- , procederemos a demandar al Estado a fin de que nos paguen lo que nos corresponde, según los fallos de la CSJN, en especial, el caso Badaro de noviembre de 2006, entre otros, que estableció un ajuste desde la caída de la convertibilidad del 88,57% entre enero de 2002 y diciembre de 2006, y nuevo haber a la fecha de la jubilación del ‘beneficiario’ a partir de enero de 2007, a valores constantes.

Estimo que el primer mandatario debería evitar los múltiples juicios contra el Estado, y en vez de meternos las manos en los bolsillos, encare un plan económico en serio, con las reformas de segunda generación del Estado, Tributaria y de leyes laborales (símil de la Carta de Lavoro, de Mussolini) para reducir el excesivo dispendio público, y corregidas las atrocidades cometidas por el peronismo desde 1946, a fin de que la Argentina recupere su lugar en el mundo, y con el trabajo y sacrificio de los 44 millones pongamos al país a producir, mejorar el ingresos de la población, como también las jubilaciones, y atraer las inversiones, que el kirchnerismo se encargó de ahuyentar, y así que la Argentina recupere su buen nombre y prestigio en el concierto de las naciones, devaluados por el peronismo, fundamentalmente.

Con cordiales saludos.

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