Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor director:

Con respecto a la denuncia, de la fecha, de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) que otorgó a la Argentina un préstamo por US$ 45.000 para favorecer al presidente Mauricio Macri, le recuerdo que recibió, en 2019, del tercer gobierno kirchnerista un gasto público que del 27,1% del Producto (PBI) fue elevado al 46,3%, causante de recurrentes déficits fiscales que financiaban con la emisión fiduciaria espuria y con consiguiente inflación (que continuó el presidente Alberto Fernández) que en los primeros cinco meses imprimió el equivalente a US$ 16.000 millones, una presión fiscal que de 22,6% fue elevado al 34,8%, confiscatoria, según la Corte Suprema de Justicia de la Nación (C.S.J.N), que ahoga a la empresa privada y licúa salarios y jubilaciones, y que el peso de semejante y proverbial dispendio público, es motivo de elevados impuestos como el «impuesto extraordinario sobre ‘patrimonios más altos'», no importando que los empresarios pagan el impuesto a las Ganancias, como también de bienes personales (llevaba «inventado» el presidente Alberto Fernández en menos de los primeros dos años unos 20nuevos impuestos, al año 2021), repitiendo lo que hizo el kirchnerismo durante 12 años y medio de desgobierno -repito- a 2021).

Lo cual ha dado lugar a que las empresas buscan radicarse en países que no «combaten al capital», y benefician a sus empleados y al país, como Uruguay, Paraguay, Brasil y Chile.

Además, el kirchnerismo dejó una deuda exterior de US$ 240.000 millones que ignora, sin un dólar cash en el Banco Central; con todos los mercados voluntarios de crédito cerrados para la Argentina, por estar en default, más de 12 millones de pobres (al año 2021), ahora ¿por cuántos millones supimos adquirir?). Todo ello, mientras llenaban sus alforjas con sedicentes US$ 80.000 millones, con los contratos de obras públicas amañados por lo cual CFK fue sometida a juicio como presunta jefa de una asociación ilícita para delinquir (ya fue condenada a 6 años de prisión).

También -repito- legó, en 2021, 12 millones de pobres, y tuvo el coraje (CFK) de decir que Alemania tenía más pobres que Argentina, y siguen echando la culpa de todos los males al expresidente Mauricio Macri, cuyo error fue llevar a cabo una política económica gradualista, y no haber encarado las reformas de segunda generación del Estado, reduciendo los empleados públicos que de 1.900.000 fueron elevados a 3 millones y medio por el kirchnerismo; la reforma Tributaria, para mermar la presión fiscal confiscatoria, según la Corte Suprema de Justicia de la Nación; como reformar las leyes laborales, copia de la «Carta de Lavoro» de Benito Mussolini, a fin de eliminar el sindicalismo prebendario, que se enriquecen, mientras los operarios se empobrecen, a fin de dar cumplimiento al artículo 14 bis de la Constitución Nacional que establece una «organización libre y democrática, reconocida por un simple registro especial, y así terminar con el «supuesto» enriquecimiento (ilícito) v.gr. personales, como el de Hugo Moyano y familia.

Seguimos esperando el plan económico del presidente Fernández, que livianamente ignora la imprescindible necesidad de que, con metas a alcanzar, movilice inversiones (no tratar a los empresarios de miserables) para producir, eliminar las trabas de normas laborales que entorpecen la producción y productividad, la pobreza y la miseria, elevadas a la enésima potencia por el kirchnerismo, en un país como la Argentina pródiga en fertilidad -produce alientos para 400 millones de personas-; rica en minerales preciosos, gas y petróleo.

Lo que carecemos, desde 1946, salvo honrosas excepciones, es de una dirigencia capaz y honesta para «…promover el bienestar general, y asegurar y para todos los hombres del mundo que quieren habitar en el suelo argentino; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia»; que es el Preámbulo de la sabia Constitución Nacional de 1853/1860.

Con cordiales saludos.

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