Por Juan José de Guzmán.-

La cantidad de imputados, procesados, condenados e impresentables que marcharon pidiendo la renuncia masiva de la Corte Suprema de Justicia hacen imposible calificar al acto con un nombre distinto al de “inverosímil”.

Hacer foco en cada una o cualquiera de las personas que organizaron y/o convocaron a marchar para peticionar la inmediata renuncia de sus miembros nos llevaría, probablemente a ingresar en el camino de la física cuántica tornando posible que “la paradoja se vuelva materia”.

Los condenados, procesados imputados se plantan ante quienes los condenaron, procesaron o imputaron y les exigen «renunciar ya» (ni Discépolo se hubiera animado a tanto) sin otro argumento que una figura rescatada en la amnesia de los tiempos por el mismísimo Santo Padre, el “Lawfare”.

Cierto es que desde que el Papa, leyendo con algún grado de dificultad un breve escrito que le hicieron llegar (en los 59 segundos que dura el video queda muy claro que lo que lee allí no es de su autoría) advirtió sobre el peligro de que el lawfare sea utilizado para minar los procesos políticos emergentes y propender a la violación sistemática de los derechos sociales llamando a detectar y neutralizar este tipo de prácticas que resultan de la impropia actividad judicial combinadas con operaciones multimediáticas paralelas… chan chan!

Beraldi no lo hubiera dicho mejor… ¿o sí?

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