Por Luis Américo Illuminati.-

Wanda Nara y Cristina Fernández, salvando la diferencia de edad, se parecen bastante; tienen trayectorias como vidas paralelas. De haberlas conocido, Plutarco las habría incluido en un libro suplementario de mujeres audaces como Cleopatra o la reina Jezabel. En efecto, la primera comenzó diciendo que era «virgen» y a partir de ese momento hizo una fábula de su vida a título de agente y apoderada futbolística. La segunda comenzó diciendo que es abogada pero hasta ahora nadie vio el título. Con Wanda sucede lo mismo que con la carrera política y empresarial de Cristina Fernández respecto de su inocencia en los memorándum, los cuadernos y los hoteles, de igual modo nadie está seguro si el escándalo de la China y el Japón es cierto o mentira, pero lo cierto es que la empresa de Wanda de ropa femenina ya cotiza en el mercado parisino. Siga o no con su pareja, es indudable que se ha servido de sus esposos para llegar a la meta que se ha propuesto. Gracias a su movida por las redes, ha logrado captar la atención de panelistas y periodistas de todas las vertientes y del público y en los últimos días no se habla de otra cosa que no sea el supuesto affaire o triángulo amoroso en disputa. Si Cristina Fernández le ofrece a Wanda Nara ser la sucesora dentro de dos años de su partenaire Alberto Fernández, seguramente que conseguirá muchísimos más votos que el imbécil de su hijo, que cree que con gritos y arengas cavernícolas sus adeptos bailarán sobre las llamas del volcán. En el reino de Disneylandia (Jean Baudrillard) hay suficiente electorado para votar a la novia del Pato Donald.

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