Por Ricardo Bustos.-

De niño y adolescente, trabajé junto a mi padre en todos sus emprendimientos y la verdad no tenía un físico envidiable como para hacer mucha fuerza. A la par estudiaba porque siempre se nos dijo que el estudio era la base de nuestro futuro.

Hoy cuando las canas se hicieron dueñas de mis cabellos no alcanzo a comprender lo que estoy viendo en las calles.

Jóvenes de ambos sexos y de edades en condición de buscar trabajo para ayudar a la familia, destruyendo sus vidas haciendo «nada», con los celulares de última generación en sus manos tratando de mantener un vínculo ficticio con otros de iguales condiciones a los que aunque nunca hayan visto ya les llaman «amigos».

Recuerdo que en mi juventud a los muchachos nos preguntaban en la casa ¿que piensas hacer, estudiar o trabajar? y aquellos que elegían el trabajo porque eran un poco remolones para la Escuela, comenzaban su nueva vida tratando de aprender alguno de los tantos oficios que aún hoy existen y dan posibilidades de tener una vida económica y socialmente digna.

Tenía amigos que comenzaron barriendo los pisos y limpiando los motores o herramientas en un taller mecánico y con el tiempo, una vez aprendido la profesión se independizaron y tuvieron su propio taller mecánico. Lo mismo ocurrió con aquellos que comenzaron pelando cables o cargando baterías en un taller de electricidad de automóviles y como estos ejemplos puedo contar muchos.

Nada se puede hacer en la vida sin pasar por una etapa de aprendizaje, que muchas veces no nos da mucho rédito monetario pero a futuro nos asegura el porvenir siendo uno mismo su propio jefe y sostén del hogar.

El maldito Estado, ha inyectado el virus del ocio continuo en chicas y chicos que no encuentran futuro porque tampoco fueron asistidos desde la verdadera vocación profesional. Vemos que son muchos los adolescentes que quieren ser periodistas, locutores, cuando las estadísticas nos indican que las carreras mas rentables en el futuro inmediato son aquellas que se relacionan con la electricidad, mecánica, textil, naval y petróleo. Son los ingenieros los que están capacitados para dar respuesta a desafíos como el cambio climático global, el desarrollo y la creación de riqueza y la provisión de energía, los problemas de vivienda o transportes o agronomía entre otros. Las carreras de Derecho, Administración, Medicina y Contabilidad encabezan desde hace más de diez años el ranking de las más elegidas, pero en las primeras tres el mercado ha alcanzado un punto de “saturación” (la demanda está cubierta).

Argentina no es el único país de América que padece la enfermedad del ocio en una gran cantidad de jóvenes.

Alejandro Ramírez Peña, describe en «El Tiempo» de Colombia, la realidad de muchos jóvenes. «Conocida como una población de jóvenes que ni estudian ni trabajan ni están buscando empleo, los ninis se están identificando en el país como una problemática que atañe más a las ciudades intermedias y con mayor incidencia en las mujeres. En las trece principales ciudades del país (COLOMBIA) hay 582.000 jóvenes entre 15 y 24 años en esa situación. Son 370.000 mujeres y 212.000 hombres, y son más de uno de cada diez personas en esa edad. Si bien el fenómeno es mayor entre mujeres, estas ayudan más en el hogar. En cambio, al menos 85.000 hombres jóvenes ni siquiera ayudan con el oficio. Así se desprende del estudio realizado por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario ‘Perfil juvenil urbano de la inactividad y el desempleo en el país’. Por ejemplo, las mujeres jóvenes se dedican más a actividades semejantes a las que realizan las mayores de 25 años. Pero las actividades de los hombres no se asemejan tanto a las de los mayores. En los hombres, está más presente la inactividad económica total, es decir, no ayudan en el hogar, no cuidan niños, no se están capacitando, ni hacen alguna actividad educativa, mientras que las mujeres ninis sí tienen un papel de aporte al hogar».

Según el Banco Mundial, con cifras del 2016, se estima en más de 20.000.000 de personas (uno de cada cinco en el grupo de jóvenes entre los 15 y 24 años) la dimensión cuantitativa del fenómeno de los ninis en Latinoamérica.

“Esta cifra es particularmente preocupante dada su persistencia, creciente y el hecho de que estos dos aspectos se hayan presentado en un contexto regional de reducción de la desigualdad y la pobreza”, indica el estudio del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario…

En Uruguay, el Director Nacional del Empleo Eduardo Pereyra participó del lanzamiento de la sexta edición del programa «Yo estudio y trabajo». En otras épocas este tipo de programas fue una forma irregular de ingreso al Estado”, Destacó que cada año el Estado brinda, mediante sorteo y a término, la posibilidad de una experiencia formal a jóvenes de 16 a 20 años. Ya han participado 3.500 estudiantes de todo el país. “Se busca compatibilizar estudio y trabajo de manera formal para lograr desarrollar habilidades transversales que le permita al joven adaptarse a las condiciones competitivas que demanda el mercado laboral”. Desde su inicio, “3.500 jóvenes uruguayos tuvieron una primera experiencia laboral de calidad, que les ayuda en su trayectoria laboral y educativa.” Repasó que el 50% de los participantes tenía entre 15 y 17 años, el 51% era del interior, y el 60%, mujeres. Agregó que “el 50% de los jóvenes no están con rezago educativo, o sea que están estudiando en el nivel que les corresponde por su edad”. Este programa “ha llegado a 70 localidades de todo el país, donde los diversos organismos del Estado están presentes y han generado oportunidades a los jóvenes”. Agregó que “se inscriben entre 20.000 y 30.000 chicos por año y se ofrecen 700 puestos”. Subrayó que se busca ampliar los cupos y por ello el Gobierno promueve que se incorporen más empresas y organismos públicos, y recordó que a partir de este año se sumaron el Parlamento y las intendencias de Canelones y Montevideo. “Los jóvenes están ávidos de este tipo de oportunidades», lo que queda demostrado en los 7.000 que ya se inscribieron sin que se hubiera dado difusión al llamado. En este programa se cumple con todas las acciones afirmativas del Estado hacia jóvenes afrodescendientes, trans y con discapacidad.

Como podemos observar, el problema no solamente existe en Argentina, la diferencia radica en las políticas que implementan otros gobiernos.

«Es notable la capacidad que tiene la experiencia pedagógica para despertar, estimular y desarrollar en nosotros el gusto de querer bien y el gusto de la alegría sin la cual la práctica educativa pierde el sentido. Es esta fuerza misteriosa, a veces llamada vocación, la que explica la casi devoción con que la gran mayoría del magisterio sigue en él, a pesar de la inmoralidad de los salarios. Y no sólo sigue, sino cumple, como puede, su deber. Amorosamente». «Pedagogía de la Autonomía» (1996), Paulo Freire.

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