Por Juan José de Guzmán.-

Leyendo el artículo de un diario del domingo que muestra con abundancia de fotos las vacaciones de ex ministros en Punta del Este.

Como si se tratara de personajes del Jet Set se los observa distendidos, sin el menor indicio de estar preocupados ni contrariados con ellos mismos por haber sido los artífices del país que hoy tenemos y padecemos. Y me pregunto, ¿a ninguno se le cae la cara de vergüenza por haber sido partícipes centrales, desde largo tiempo atrás, de esta decadencia que hoy vive la Argentina? ¿No sienten la necesidad de mostrar un gesto de preservación de su dignidad (si es que les quedó algo de ella) ante las cámaras que los enfocan (como si fueran celebridades), rechazándolas con sus manos firmes hacia adelante, buscando protección en el anonimato?

Una vez pasado el momento de indignación, más calmo, y tratando de entender este fenómeno social que nos afecta a todos me repregunto: si tenemos “multitudes de procesados y algunos condenados, perseguidos por la justicia (de todas las extracciones políticas)”, que claman a los cuatro vientos que son perseguidos políticos, que las causas y pruebas que los involucran fueron armadas, tan sólo por haber gobernado para los humildes, pensando, siempre, en los más pobres, muchos de los cuales están en las gateras, preparándose para aceptar un cargo que los devolverá a la actividad política, bien remunerados, ¿por qué debería darles vergüenza? Si además tienen sus dineros a resguardo en el exterior (como buenos “patriotas” que son).

Si yo mismo me pregunto: ¿para qué estoy escribiendo esto?

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