Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor Director:

Llama poderosamente la atención la angurria insensible de los gobernadores peronistas que recurrieron a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, oponiéndose a la reducción del impuesto a las ganancias y del IVA a los alimentos, en el marco de la crisis económica que afecta a los que menos tienen. No llama la atención que la mayoría automática peronista de la Corte, bajo la férula de Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda haya avalado la pretensión de los gobernadores, salvo por honrosa disidencia de su presidente, Carlos Rosenkrantz y de la abstención de la vice presidente Elena Highton de Nolasco; que hace años -durante el desgobierno de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner reclamaban al gobierno nacional una coparticipación federal más justa -era del 75% para el poder central y el 25% para las provincias-, que desfilaban por el Ministerio de Economía para mendigar unas chirolas y que Cristina los manejaba con la chequera, y así los mantenía sumisos a su mando, sin pestañear. Esos mismos señores insensibles ante la pobreza de más del 30% de la población, es decir de 12 millones de personas, que no era reconocido por el INDEK fraudulento (según CFK había en Alemania más pobres que en la Argentina); y que la actual administración del presidente Mauricio Macri les devolvió el 15% sobre los aportes al sistema jubilatorio, es decir del Fondo de Garantía de Sustentabilidad previsional, de manera que pasaron a ser superavitarios, salvo las que llenaron sus burocracias de «ñoquis».

Es evidente que ante el resultado de las PASO, en que sorpresivamente el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, superó al presidente Mauricio Macri, y ante la proximidad de la elección presidencial, fundamental del 27 de Octubre, los cortesanos peronistas mencionados, tuvieron la brillante idea, a un mes de la medida del Gobierno Nacional, de acelerar dicha resolución que tiene un tufillo a un factor electoral, al disponer que los costos fiscales que surjan de la aplicación de los decretos del PEN y de las resoluciones de la AFIP, sean asumidos con recursos propios del Estado Nacional, mientras en las provincias sus burócratas se llenan los bolsillos -les importa un adarme los pobres-, y hasta mantienen depósitos a plazo fijo, en vez de realizar obras y palear las necesidades de los provincianos, dado que, la injusta distribución de los recursos coparticipables, según la Disposición Transitoria Sexta, que debíase dictar una nueva ley, nunca hubo quorum para ese fin y ya lleva un atraso de 23 años, por la falta de voluntad y la desidia de gobiernos peronistas. Y quién les ha reconocidos sus justos reclamos, es el presidente Mauricio Macri, que heredó un país en default, con cinco años en estanflación -recesión y alta inflación-, sin un dólar cash en el Banco Central, con las deudas con los holdouts, el Club de París, la confiscación del paquete accionario de YPF del 5l%, de propiedad de Repsol (sin una ley de expropiación y correspondiente pago de indemnización), más la deuda con el Club de París, los tuvo que enfrentar el primer mandatario, endeudándose y pidiendo el acuerdo Stand by con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de unos 57.000 millones de dólares, para evitar la parálisis económica y social del país, es decir los 12 millones de pobres heredados, elevados a 15,9 millones, en el primer trimestre actual. Eso, por supuesto, poco le interesa al peronismo (cuán peor la situación económica, mejor para nosotros), que ha arruinado al país en cuatro oportunidades -Perón, a partir de 1946; de nuevo en 1973 con Cámpora, su títere; Menem que embolsó por las controvertidas privatizaciones 44.590 millones de dólares -según cifras del Banco Mundial-, que se esfumaron en sus bolsillos y de adláteres; y, ahora, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner que, según las malas lenguas, cometieron un latrocinio de 20.000 millones de dólares.

La deuda externa a diciembre de 2014 alcanzó US$ 211.186 millones el 43,9 del Producto (PBI) (*)

Y pretenden volver al poder con Alberto Fernández, como su caballo de Troya, y que siga el carnaval. Pero no tienen en cuenta una cuestión esencial, que el pueblo argentino hace años que dejó de hacer gárgaras con vidrio picado; me refiero a la fundamental elección del 27 del actual, para la recreación de la República, o hundirnos para siempre como un país fallido, insignificante, ante el concierto de las naciones, a pesar de ser la Argentina un país rico en tierras fértiles, agua, minerales preciosos, petróleo y gas, con una población ilustrada y educada; salvo por los menesterosos y piqueteros, que son millones que pretenden seguir viviendo a costa de los impuestos que pagamos, y no querer trabajar, a pesar de que es salud, según el dicho popular.

* La «Deuda externa – Los 10 pecados capitales de la era kirchnerista». Por Martín Nanenguier, La Nación, 11.1.2015.

Con cordiales saludos.

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