Por Otto Schmucler.-

Siempre se puede estar peor, y también ser parte activa de una canallada. Y la titular de la ANSES, Fernanda Raverta la materializó.

En el organismo que ella preside reconocen que con el dinero que el Presupuesto asigna para el pago de jubilaciones sólo alcanza para cubrir una parte muy menor de los juicios confirmados con sentencia firme.

Esto no bastó para que su obsecuencia sin límites hacia quien la ubicó en un lugar al que nunca podría haber llegado por sus capacidades personales la impulsaran a cometer la peor de las injusticias.

Porque en octubre de 2021 fue ella quien ordenó descartar que la ANSES apelara el fallo con el que en 2020 el Juez Perez Nami había ordenado devolverle a CFK la doble pensión, un despropósito que nos muestra por qué la gente está tan defraudada con los funcionarios que ocupan los cargos más altos dentro de esas instituciones.

A todos y cualquiera de los jubilados que obtienen sentencia en primera instancia el organismo que “cuida de nuestros abuelos” apela esos fallos haciendo, muchas veces que el reconocimiento de esos reclamos se dilate hasta la extinción de la vida. Todos menos algunos, que integran el grupo más rechazado por la sociedad, que los ha agrupado bajo el título de “casta política”.

La vicepresidenta de la Nación, gracias a esta decisión de Raverta, cobra 4.200.000$ mensuales (y va a cobrar un retroactivo cercano a los 120 millones de pesos), mientras que la jubilación mínima, que percibe la mitad de los jubilados no llega ni de cerca a cubrir la mitad de la canasta básica que es de $111.298.

Todos recordarán el caso del médico cirujano y ajedrecista Aron Schvartzman que luchó denodadamente contra las apelaciones y palos en la rueda que le puso la ANSES y que finalmente, a sus 103 años pudo ver efectivizados sus derechos. Solo 3 meses después, luego de haber cumplido los 104 de vida falleció, sin tiempo para más nada.

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