Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor director:

Con respecto a la profusa y detallada manifestación sobre la relación de San Martín con Juan Manuel de Rosas, el director del diario «La Gazeta Federal», Leonardo Castagnino, expresa, entre otros conceptos, que: En el itinerario político de San Martín hay una contradicción madre, una antinomia abismal que se agitó de su propia personalidad; comienza su aventura americana con un juramento formal en las logias inglesas -extracto ya del fuerte capitalismo protestante- y concluye legándole su sable a Rosas, la flor y nata de la reacción antimasónica de los católicos criollos; no se ha dilucidado con demasiada generosidad ese conflicto que, como toda contracción, es clave interesante en la pesquisa del carácter humano, el «nicepoint» del negocio, como dirían nuestros sospechosos amigos los ingleses» (sic) (Steffens Soler, p. 27).

Al respecto, según el ex presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, general Diego Alejandro Soria, la Logia Lautaro, era de naturaleza militar y política, y que por la época que la fundó San Martín, tenía que ser necesariamente secreta y que, por lo tanto, el Libertador no era masón -tampoco lo fue el general Maniel Belgrano-, aunque la masonería sostenga lo contrario.

El general San Martín era devoto de Nuestra Señora del Carmen, generala del Ejército de los Andes, a la que pedía la intercesión en todas las batallas y entregó su bastón de mando.

Ser católico y masón es contradictorio y opuesto, y nadie puede serlo so pena de traicionar a la Iglesia. La iglesia viene condenando a la masonería desde el 28-4-1738 con la encíclica ·»In eminente» de Clemente XII. Reitera y recuerda el 1-7-1914 que «no han sido abrogada la excomunión ni las penas previstas». Y en canon 1734 establece que «los fieles que pertenecen a asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la Santa Comunión, es decir que están excomulgados (aclaración del 26-11-1981 que lleva las firmas del Pontífice y del cardenal Ratzinger).

En 1987, el a la sazón miembro de número de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, señor Patrico Maguire, afirma que «las falsedades y las columniosas imputaciones, es decir la supuesta integración masónica de San Martín, tuvieron su comienzo en falsedades arrojadas por un presuntuoso católico liberal, José Manuel Estrada, obnubilado por su odio a Juan Manuel de Rosas, odio que transfirió a San Martín, por el sostenimiento de su régimen por San Martín y el legado de su gloriosa espada por su valentía con que supo defender el país contra los avances del imperialismo. Estrada escribió un librito titulado «La política liberal bajo la tiranía de Rosas», donde defendía el liberalismo y en esa línea calumniaba a San Martín. Basado en ese libro, el general Bartolomé Mitre, que era masón con el grado 33, lo reafirmó.

Es precedente puntualizar que las logias masónicas, en esa época, todos los años extendían un informe sobre los miembros de la masonería, pudiendo aclarar el historiador católico Patricio Maguire, de la Sacra Academia de Historia de la Iglesia, que solicitó la confirmación a las grandes Logias de Londres y Edimburgo, Escocia, recibiendo la confirmación de que San Martín no figuraba como masón en sus registros.

Espero que el señor Leonardo Castagnino dé por satisfecho que San Martín era ferviente católico, que no traicionó a su Dios, Nuestro Señor Jesucristo; y que no se olvide que los masones tienen la pésima costumbre de apoderarse de nuestros próceres, como hicieron con San Martín y Belgrano.

Con cordiales saludos.

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