Por María Delicia Rearte de Giachino.-

Hoy quiero compartir con mis compatriotas… UNA EXPERIENCIA PERSONAL…

Lo que voy a narrar es un hecho vivido hace muy pocos días y que ha dejado en mí -y me atrevo a decir en todas las pocas personas que participaron de él- un profundo sentimiento de amor a Dios y la Patria…

Alrededor del 20 del mes pasado, recibí una llamada telefónica en la cual se me hacía saber que el Sr. Agregado Militar de la Embajada del Reino Unido, Robin Smith, quería conocerme y presentarme su saludo.

El Sr. Agregado y su señora formaban parte de la comitiva que acompañaba al reconocido orfebre Juan Carlos Pallarols en su presentación en Mendoza de la campaña «DOS ROSAS POR LA PAZ», una profunda y significativa iniciativa del artista que recorrerá todo el país, hasta ser depositadas en Malvinas. El día 23, en la Legislatura Provincial, a las 11 de la mañana, se llevaría a cabo un sencillo Acto…

Ante esta sorpresiva llamada, lo primero que respondí es que «no tengo ningún interés en confraternizar con los ingleses»… Se reiteró la llamada haciéndome saber lo privada, personal y afectiva que sería esa visita y, analizando mis sentimientos, entendí la grandeza de la actitud del soldado inglés, Veterano de Afganistán, y lo mezquino de mi proceder…

¡¡¡Nobleza obliga…!!!» Acepté la visita, en la seguridad de que el Sr. CFIM (PM) D. Pedro Edgardo Giachino aprobaba mi resolución…

Después del acto en la Legislatura alrededor de las 12.30, los esperaría en mi casa. Vivo muy cerca de allí desde hace 50 años, sola desde hace 21 en que murió mi esposo, en un departamento muy sencillo, seguramente acogedor, pero humilde y que, con la vetustez de quien lo habita, se van notando también en él los años… Pero aquel famoso dicho inglés «la casa del hombre es su castillo… » me conforta.

Llegaron puntualmente el Sr. Agregado, su esposa, su secretario, Pallarols y su fotógrafo, un amigo y mi hijo Alejandro. En mi living, donde los recibí muy formalmente, tengo un importante retrato de mi hijo Pedro y la pared cubierta de fotos, recordatorios, diplomas, distinciones referentes a Malvinas, que he ido atesorando a través de estos 35 años…

Creo que ese momento será inolvidable para un soldado. Estar ante la mirada fría desde el fondo de la historia de otro soldado que su PATRIA había preparado para morir por ella. El Sr. Agregado se cuadró y pidió un minuto de silencio por los muertos en la Guerra de Malvinas, argentinos y británicos. Un minuto de profunda conmoción interior para todos. Sin sensiblerías, el homenaje cálido hacia aquellos que en el Cielo gozan de la Paz Eterna, sin distinción de orígenes, grado ni misión…

Sé que el soldado que vive una guerra no vuelve más, ni vivo, ni muerto… Por eso sentí ante este hombre, que supo de la guerra y volvió, conmocionado ante la presencia intangible de un hombre que no volvió de la guerra, que una madre puede esconder en su corazón todo el dolor de María al pie de la Cruz…

Se mantuvo una conversación hecha de silencios interiores y miradas húmedas, pero llena de comprensión y verdad. Sin falsas alabanzas, ni entrega de principios y convicciones. El Sr. Agregado me regaló una preciosa medalla de plata, obra de Pallarols, con la imagen de la Virgen Desatanudos y en el reverso mis iniciales. Sin absoluto ningún sentido ajeno a lo privado y personal del encuentro. Bendecida, la luzco en mi cuello…

El secretario anotaba todo en una «bitácora» y la parte jocosa y que aflojó un poco la tensión emotiva del momento fue que ante un dibujo a lápiz de mi perfil, al mostrármelo le dije espontáneamente: «me ha hecho igual a la Thatcher», lo que provocó la risa general; me pidió firmara el dibujo y escribió en el margen la frase mía…

Así terminó esa entrevista insólita, por lo menos para mí. No le doy ninguna trascendencia política, ni diplomática, ni histórica; sólo un valor absolutamente íntimo y espiritual, que nos demuestra a los hombres y mujeres de nuestra Patria amada, que desde el 14 de Junio de 1982, permanece enterrada en Darwin bajo una enorme lápida con 649 nombres, bajo la dulce mirada de María de Luján y a la sombra protectora de la Cruz, que el día sagrado de su Resurrección brillará cuando las tres noches del odio, de la venganza, del poder, de la soberbia, de la mentira, queden sepultadas en la oscuridad del infierno…

ésta ha sido mi reciente «Experiencia Personal», que quiero entregar a mis compatriotas en la seguridad de que «se puede» cuando la Paz es la meta, la Caridad el motor y la Justicia el destino…

Mendoza, República Argentina, 9 de noviembre de 2017

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