Por Juan José de Guzmán.-

Tanto uno como otro logran fuerte adhesión de sus núcleos duros a ambos lados de la grieta que divide a los argentinos.

También es cierto que tanto uno como otro no podrían triunfar en un ballotage (esto habla de que hay una inmensa mayoría que los rechaza).

La convocatoria que logró la selección de fútbol en el “universo de esa argentinidad al palo que somos», que salió espontáneamente a las calles a festejar, en número y cantidad como no recuerda nuestra historia lo que la política es incapaz de ofrecerles, sin enfrentamientos, con una necesidad irrefrenable de abrazarse (sin importar diferencias etarias, culturales o socioeconómicas), nos habla de que “lo que la gente valora” es la unión, la humildad, la entrega y esa actitud que expusieron ellos en cada partido al pensar solidariamente en el otro, acudiendo en su auxilio cada vez que este era superado por un rival, porque lo que más importaba era el grupo no la individualidad, lo que estaba por encima de todo era “el objetivo” .

Hay un momento, a menos de 15 minutos del final del partido contra Francia, cuando la Argentina ganaba por 2 a 0 y tenía el control del partido en que un jugador toma una decisión equivocada y en vez de despejar “a cualquier parte” un balón que estaba disputando lo pretende resolver desde lo individual perdiendo la posición y el control d la pelota , lo que lo obliga a cometerle el penal que derivaría en el descuento, la desconcentración de todo el equipo y el empate que llegó casi de inmediato. Esto obligó a empezar de nuevo, un partido que estaba casi resuelto.

Sin embargo no hubo ni un solo reproche, todos se miraron convencidos de que no iban a aflojar, apretaron los dientes y finalmente terminó como ya sabemos, Argentina campeón y todos abrazados, saltando y cantando, expresando su alegría inconmensurable (y contagiosa).

Ese ejemplo que nos dio nuestra selección deberíamos proyectarlo como un claro mensaje a la política. Sin comprensión, sin solidaridad, sin unión, nada podremos conseguir.

Macri… Cristina… sepan que nadie es imprescindible, que siempre se puede empezar de nuevo. Que el país necesita que ustedes no hagan oídos sordos al murmullo (que cada vez se parece más a un clamor), tengan la amabilidad de correrse, por el bien de todos.

Por el bien del país.

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