Por Guillermo Cherashny.-

Gustavo Arribas, el jefe de la AFI e íntimo amigo del presidente, a tal punto que vive en su departamento de Av. del Libertador, fue denunciado hace más de un año por el arrepentido Fernando Meirelles, quien reconoció que pagaba coimas de las constructoras Odebrecht y OAS y que en ese carácter le había girado a Arribas 600.000 dólares vía Hong Kong a una cuenta suiza del representante de jugadores de fútbol devenido en espía mayor, quien ya fue señalado por un vuelto en la transferencia de Carlos Tevez al Corinthians de Brasil. En esa oportunidad, dijo que le había vendido en 2013 su departamento en San Pablo al señor Atila Reis y que sólo recibió un cheque por 70.000 dólares y luego, como la cifra parecía irrisoria para un departamento, se corrigió y dijo que era por la venta muebles de ese lugar. En una investigación llamada “Descartes” derivada del lava jato de la policía judicial de Brasil, es decir, que depende de la Justicia, no del ejecutivo como la policía federal, se descubrió que el tal Atila Reis, el comprador de Gustavo Arribas, también repartía coimas y también vía Hong Kong a una cuenta suiza. Es decir que son dos los sobornadores, para llamarlos de alguna manera, que declaran que le mandaron 600.000 una vez y el segundo que fueron 850.000 dólares, por lo cual son dos hechos distintos y no uno viejo, como dice Marcos Peña y el inefable juez Canicoba Corral.

El presidente le ratificó la confianza a Arribas, aunque su caso es similar al de Díaz Gilligan, y su ratificación en el cargo es incomprensible.

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