Por Guillermo Cherashny.-

El pase de facturas entre Lázaro Báez contra Alicia Kirchner y Ricardo Echegaray y viceversa no es el único que ocurrió en estos últimos días. El empresario santacruceño de la extrema confianza de Néstor Kirchner habló por celular con Carlos Zannini, actualmente director del Banco de Santa Cruz por el gobierno de esa provincia, y le dijo claramente: «Decile a Cristina que mi hijo estaba contando la ella»; para continuar: «si me sueltan la mano, me la llevo puesta a ella y a Máximo». Como se ve, ya no queda nada entre Báez -quien le regaló el mausoleo a Néstor Kirchner- y su viuda e hijo, con el riesgo de que el hombre de la construcción, que está citado a indagatoria junto a su hijo Martín, prenda el ventilador y diga que el dinero que se contaba en La Rosadita pertenecía a la fortuna del ex presidente y, por tanto, a su sucesión, y que ella estaba perfectamente al tanto de esas operaciones, porque iban a parar a cuentas fiscales que le pertenecen a la familia presidencial.

Lázaro está totalmente jugado y se siente desamparado. Ya internalizó que va a ir preso pero no quiere que él y su hijo sean los chivos emisarios de la operatoria porque, al fin de cuentas, su gran amigo Néstor Kirchner falleció y con la ex presidente nunca tuvo empatía, ya que lo considera un inferior.

Cristina no sólo puede recibir malas noticias de Báez sino también del juez federal Bonadío, quien tiene probada una asociación ilícita para cometer delitos contra la administración pública entre CFK, Kicillof y el anterior directorio del BCRA, por lo cual no sería de extrañar que Bonadío le disponga el procesamiento con prisión preventiva, porque sabe que hay un reclamo generalizado de la opinión pública para que cristina sea encarcelada.

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