Por Guillermo Cherashny.-

Hasta ahora la diputada Elisa Carrió estaba a salvo de probar su propia medicina. En efecto, recibió demandas por calumnias e injurias y siempre zafó, a veces decía verdad en sus denuncias y otras por ampararse en sus fueros. Pero en esta oportunidad fue denunciada por enriquecimiento ilícito por sus viajes al exterior y por no justificar sus ingresos, aunque hasta ahora zafó porque el cuestionado juez Daniel Rafecas la sobreseyó para no ser sometido a juicio político y otra causa está radicada en el juzgado federal de Luis Rodríguez, donde la acusan de hacer lobby para la empresa Amarilla Gas, un grupo empresarial chaqueño muy poderoso, cuyo dueño es Hernán Miedvietzky, cuya hija Lili es íntima amiga de Carrió y dueña de Fun Time-Firenze Viajes, una empresa de turismo que es la proveedora de los viajes de la diputada chaqueña, muchos de ellos en compañía de su amiga y dueña.

En épocas de Julio de Vido, Carrió, como se sabe, lo denunció varias veces pero la empresa Amarilla Gas fue beneficiaria de los favores de Julio de Vido y Juanjo Aranguren, quien echó al número 2, José Sureda, que le ponía trabas a Gas Amarilla y renunció intempestivamente atacando de autoritario al ministro de energía.

La sala 2 de la Cámara Federal, con la firma de los vocales Martín Irurzun y Eduardo Farah, de un prestigio indiscutible, declararon nulo el sobreseimiento que obtuvo Carrió del cuestionado juez Daniel Rafecas y ordenaron seguir la investigación, con la seguridad de que las dos denuncias -la citada que fue anulada y la que cajonea Luis Rodríguez por temor a Carrió- deberán ser unificadas e iniciar una seria investigación sobre si Carrió obtiene beneficios para Amarilla Gas a cambio de viajes al exterior. Es la primera vez que la temperamental diputada prueba su propia medicina.

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