Por Guillermo Cherashny.-

Sorprendió Carrió en el programa de Mirtha Legrand al subir la apuesta contra el presidente, porque sería ingenuo pensar que la líder de la Coalición Cívica apuntó contra Garavano, el ministro de justicia. Es más, dijo que nunca existió como ministro, ya que lo manejan Daniel Angelici y «Pepín» Rodriguez Simón y José Torello, es decir los tres que manejan la «mesa judicial» del gobierno que presiona a la Justicia para que no se meta con los amigos del presidente, ya que entienden que con ocuparse del pasado tiene bastante trabajo para hacer.

En efecto, hay mucha corrupción kirchnerista para investigar en todos los juzgados pero guay de meterse con los ministros del gabinete o los funcionarios de menor jerarquía. Carrió no es ingenua y ese sapo se lo tragó durante 30 meses para no hacerle el juego al peronismo. Todo sea para que cambiemos gane en el 2019. Pero ante la difícil situación económica decidió hablar lo que hasta ahora se calló y es el límite moral que para ella era un arreglo con Mauricio Macri un empresario prebendario al que nunca quiso, pero ante su acendrado antiperonismo le dio un barniz de «transparencia» y casi lo convierte en un Arturo Illia moderno, en una muestra de exageración, pero nadie sabe por qué eligió este tiempo para criticarlo por presionar a la Justicia para que los tribunales salven a su amigos de negociados anteriores como en la causa de los cuadernos, donde están implicados Franco, Gianfranco y Mariano Macri por Autopistas del Sol y por IECSA, donde aparece en primer plano Angelo Calcaterra, el primo presidencial, y también implicó a Gustavo Arribas, el jefe del espionaje local, de presionar a fiscales para que no investiguen a la familia Macri.

Las informaciones periodísticas que señalaban que el presidente les soltaría la mano a sus familiares por sus actos de corrupción pasados y presentes se llevaron un fiasco, ya que Macri no es el Arturo Illia de los 2000 ni dejó la plata por el bronce como pensaron muchos analistas y no sólo Carrió. Quizás la diputada pensó que el presidente le soltaría la mano a su primo en la Justicia y, como no pasó eso, la decepcionó.

También hay que sumar que el fallo de casación que salvó a Carlos Menem del tráfico de armas fue una devolución de Macri a Menem por el favor que la corte menemista le hizo al actual presidente zafándolo de una condena por contrabandista cuando era presidente de Sevel y lo mismo la causa del encubrimiento de la AMIA, donde cree que lo quieren beneficiar a Menem, al cual la chaqueña odia con toda su fuerza.

En cuanto a la estrategia de mantener a Cristina libre, ella está de acuerdo para ganarle al peronismo, pero como hizo una gran batifondo para desaforar a Julio de Vido, no puede hacer menos cuando Garavano dijo que no es bueno tener ex presidentes presos. Para Carrió hay que hacer un show pidiendo el desafuero de Cristina aunque no tenga éxito. Quizás existan otras causas desconocidas para decir que perdió la confianza en el presidente que no conocemos, pero sin duda le sacó la careta de «transparente» que ella misma le puso y sin duda el presidente debe estar furioso porque es un duro golpe a la idea de «venderse» como garante de la lucha contra la corrupción y que él pondría fina la corrupción que solo un ingenuo y un desinformado puede creer que Macri está contra la corrupción empresarial y como muestra basta un botón, se demuestra que las conexiones del caso Odebrecht no avanza en nuestro país porque complicaría a las empresas IESA y Ghella de la familia Macri-Calcaterra y la italiana también socia de esa familia en varias obras públicas desde el 2007, cuando el actual presidente asumió como Jefe de Gobierno en CABA y la sociedad IECSA-Ghella obtuvo importantes obras sobrefacturadas que habría que investigar y los jueces no hacen nada por las presiones que denuncia Carrió.

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