Por Jorge D. Boimvaser.-

Con un tono de voz mezcla de zozobra y angustia, el ex Ministro de Transporte kirchnerista Juan Pablo Shiavi le confesó telefónicamente a uno de los referentes del macrismo que Ricardo Jaime, desamparado tras las derrota de Cristina y Scioli, planea fugarse del país y eludir la justicia para no ir preso por la masacre de Once.

Según nos cuentan, no es que Schiavi se humanizó de repente, y la congoja que nunca demostró ni después de la masacre (no fue tragedia, si pudo evitarse, fue masacre, como en Cromañón) ni durante el juicio, lo muestra ahora en un abrir y cerrar de ojos.

Nuestro confidente nos dice que Schiavi intentó tantear hasta dónde su pasado como jefe de campaña de Mauricio Macri le permite que operen a su favor en la justicia para hacerle zafar de una prisión segura.

“Fue como un cambio de figuritas: yo te aviso que Jaime se quiere fugar a México, me invitó a que lo hagamos juntos… pero ustedes (el gobierno entrante) se ocupan de operar para que como máximo me otorguen una prisión domiciliaria por razones de salud”, nos pintó el panorama nuestro confidente.

“¿Se puede publicar?”, le preguntamos. “Sí, para eso te lo cuento; sólo que no menciones mi identidad”, nos dijo.

Así que, si alguien en la Justicia quiere conocer los entretelones de este acto, aunque no tenemos mucho más para decir que lo aquí escrito, puede preguntar. Pero antes que nada, que tome los resguardos necesarios para que ni Jaime ni Schiavi se fuguen de la Argentina.

En el 2003, por esos misterios de la vida, tuvimos ocasión de conocer al entonces jefe de campaña de Mauricio Macri. El hoy Presidente armó su campamento en un edifico -ex fábrica- en la calle Chacabuco, a metros de donde funcionaba “The One”, el puti club del ex SIDE Raúl Martens, pleno San Telmo.

Las dimensiones de ese edificio lo hacían impresionante; su estructura en varios niveles y la arquitectura singular eran dignas de una locación fílmica que Orson Wells hubiera envidiado tener para set de filmación.

Mauricio Macri me pidió que hablara con su jefe de campaña -o recaudador, o ambas cosas a la vez-, porque le intentaban infiltrar un dirigente de antecedentes nazis para hacer aparecer al PRO como coleccionista de fachos. Yo lo había publicado, así que no tenía nada nuevo para contar.

La impresión a primera vista es todo. Schiavi debía ser un tipo de dinero (al PRO no se le acercaban los cartoneros), pero su impronta era la de un mediocre, mal vestido, bostezando a cada rato, aburrido de la vida y desganado. La vestimenta desaliñada hablaba por sí sola.

El encuentro fue rápido. Al tercer bostezo le contesté con una guarangada y me fui.

Nunca supe más de él hasta que las noticias dijeron que Schiavi reemplazaba a Ricardo Jaime en el Ministerio de Transporte. Lo vi una tarde noche en la zona de Plaza Armenia luciendo trajes costosos, y unos lentes que por lo bajo el marco debe salir no menos de 1000 dólares. Estaba arrumacado con una damita muy apariencia de “gato”. ¿Entendés ahora por qué mencioné “The Ones” en el comienzo del informe?

A la salida aparecieron el auto oficial del Ministro con otros tres de custodia. El entonces jefe de la SEDRONAR, “Bochi” Graneros, andaba solo por la calle y este tipito con casi diez guardaespaldas era demasiado. De paso, le deseamos a Graneros que se recupere de su enfermedad; el hombre fue ingenuo pero no era narco, y su pelea con Aníbal Fernández le costó caro. Hoy convalece y le deseamos toda la buena vibra para que venza a la parca.

Preguntando, averiguamos que la familia de Schiavi tiene fuertes lazos, no demasiado santos, con el transporte, y que entre ellos y los Cirigliano hicieron posible que Juan Pablo pasara de un salto del macrismo al kirchnerismo.

Sólo que le aconsejaron que luciera impecable, pilchas nuevas, imagen de aristocracia “progre” y esas costumbres de apariencia tan tontas pero comunes en la política.

Pero ahora. ante la eventualidad de que cambie los trajes de varias lucas verdes por uno a rayas, Schiavi quiere salvarse el pellejo denunciado al gobierno entrante que Ricardo Jaime piensa profugarse de la Justicia. ¿Cuándo? Sólo él lo sabe.

Jueces y funcionarios nuevos están notificados. Que ningún asesino como los culpables de la masacre de Once quede exento de la condena merecida.

Y la gran paradoja de esta historia. De todos los Ministros de Transporte en los doce años de kirchnerismo, al único honorable le sacaron tarjeta roja y lo mandaron al destierro, peor que a Napoleón. Ya imaginarás de quién se trata. Su nombre, Florencio Randazzo.

Share