Por Guillermo Cherashny.-

La esperanza que se creó en la opinión pública de que Lázaro Báez se convirtiera en un nuevo Leonardo Fariña cada vez se aleja más. En efecto, tanto el cajero del Banco Santa Cruz como la ex presidente dicen ser inocentes, que no hubo sobrefacturación de la obra pública y, si la hubo, hay que auditar toda la obra pública y a las principales empresas que integran la Cámara Argentina de la Construcción.

Hay un punto en el que Báez tiene razón y es la CAC digitaba todas las licitaciones y seguramente sobrefacturaba para pagar retornos, pero con una gran diferencia: las obras publicas se terminaban más o menos en los plazos establecidos.

El problema de Lázaro Báez y las licitaciones que ganó en Vialidad Nacional es que las sobrefacturaba mucho más que las empresas de la CAC y, lo más importante, no las terminaba, aunque cobraba todo el importe total y mucho más. Lo mismo ocurrió con los planes de vivienda, donde se ve que en diferentes provincias y en el Gran Buenos Aires -como La Matanza- están a medio hacer y cobraron el total, como en el caso de Sueños Compartidos, donde Hebe de Bonafini tuvo un activo papel en el latrocinio. Y ayer, cuando fue citada a declarar, se negó, rodeada de los altos dirigentes del cristinismo, y el juez Martínez de Giorgi, quien dio la orden de detención, no se imaginaba lo que era esperado, es decir, que el gobierno nacional, a través de Marcos Peña y la ministra Patricia Bullrich, no cumplieran la orden judicial por el temor a que «le tiren un muerto», el mismo motivo por el cual Cristina seguirá en libertad hasta octubre del 2017, cuando ya tenga fueros por la provincia de Santa Cruz.

Así las cosas, tanto CFK como Lázaro Báez no se van a autoincriminar y van a seguir con su libreto: son inocentes y los que sobrefacturaron son las empresas de la Cámara Argentina de la Construcción que, como va la cuestión, nadie lo va investigar.

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