Por Sebastián Dumont.-

El estado público que tomó la denuncia presentada por Elisa Carrió en relación al manejo de dinero durante el gobierno de Daniel Scioli no sorprende a quienes observaron, desde hace mucho tiempo, que la gestión del entonces gobernador era muy mala. La única diferencia entre aquellos tiempos y estos es la ruptura del cerco mediático que protegía al mandatario y ex candidato a presidente. Y hasta quizá, parte de ese dinero “físico” haya servido para sostener esa cobertura que mantuvo a Scioli lejos del alcance del fuego cruzado.

La justicia ahora investiga a Scioli y sus colaboradores más cercanos como Alberto Pérez, poderoso jefe de gabinete de ministros durante 8 años y habitante de una de las mansiones más lujosas del country Abril, donde viven varios hombres y mujeres de la política bonaerense. Allí también reside Martín Ferré, quien esta investigación no lo menciona, pero no sería extraño que comience a ser objeto de las miradas por temas como el manejo de los fondos durante su paso por el Ministerio de la Producción. También era uno de los hombres más cercanos a Scioli.

Quizá no tanto como el “gordo” Scarcella, que presidía ABSA, la empresa de aguas de la provincia que cada vez menos agua proveía. El caso de Scarcella, por su cercanía con Scioli se emparienta al de Luis Peluso, el primer interventor de Lotería que tuvo que ser alejado al comienzo de su gestión acusado de manejar una mesa de dinero para llevar jugadores a Las Vegas. Habían puesto al zorro a cuidar el gallinero. Lo corrieron, pero nunca se fue del entorno de Scioli. Se conocían de los tiempos en que se encontraban en las mesas del Yacht Club de San Isidro, entre juegos de cartas y otras distracciones. Su origen en común: El menemismo.

Era tanta la confianza de Scioli con Scarcella que cuando el ex Secretario de Servicios Públicos, Franco La Porta pensó en apartarlo de la presidencia de ABSA, casi le cuesta el puesto a él, y tuvo que viajar a Tandil para convencerlo que no se vaya. Scioli había puesto el grito en el cielo. Elisa Carrió promete también tener información de esa secretaría clave que en algún momento se dividió con Infraestructura cuya responsabilidad ejerció el recientemente suicidado Alejandro Arlía.

La lista podría ser larga si se empiezan a observar con detenimiento cada unas de las áreas que manejó el sciolismo. Se menciona el caso del Banco Provincia y del Bapro. A través de varias de esas empresas se canalizaba el financiamiento de la política en varios distritos del conurbano. La caja parecía inagotable.

Otro ejemplo es el caso de IOMA, denunciado por este portal en el mes de abril. Como tantas otras cosas. La Ola Naranja se convirtió en roja. Así dejó Scioli la provincia. Y estuvo a dos puntos de ser presidente. Eso tiene una explicación: el cerco mediático que supo construir cimentado en jugosas pautas, y armado de encuestas, con la consultora Poliarquía a la cabeza, donde uno de sus directores era Fabián Perechonik, hoy hombre de confianza de Vidal.

La sorpresa que muestran muchos periodistas por lo que sale a la luz en cuanto a Scioli tiene olor a hipocresía. Son muchos de ellos los que recomendaban a sus entrevistados, que eran opositores a los K, que cuidaran a Scioli en sus dichos. Si no, los terminaban cortando o desviando la nota. Son varios los testigos de ello que pueden asegurar estas afirmaciones.

En tanto, esta semana se espera el regreso de Elisa Carrió. Está claro que la difusión de la denuncia, investigada por el fiscal Álvaro Garganta, con algún lazo en otros tiempos con los hermanos Bruera, la pone en el centro de la atención de la política bonaerense. Donde quiere ser candidata a senadora.

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