Por Guillermo Cherashny.-

La falta de los cuadernos originales no será un obstáculo para proseguir la causa del mecanismo de recaudación de los contratos de energía del Ministerio de Planificación, que tenían su terminal en la residencia de Olivos o en el departamento de la calle Uruguay.

Las confesiones de un empresario preso serían claves para comprobar toda la operatoria, aunque la cita de lugares en donde se hacían los pagos es fácil de comprobar.

En esta causa no aparece Ricardo Jaime, porque no están incluidas las empresas de transporte ni la obra pública en general, ni las de vialidad, que van por cuerda separada en otras causas, pero es raro que, tratándose de negociados de energía, no aparezcan los nombres de Nicolás Caputo, dueño de Central Puerto y Edesur, y Marcelo Mindlin, de Pampa Energía, Transener y Edenor, entre otras, ya que Caputo y Mindlin son los grandes jugadores en el negocio de la energía. Es cierto que Isolux fue un gran jugador internacional y Alabanesi, con el ejecutivo Losón a la cabeza, es muy importante a nivel local, lo mismo que Carlos Wagner, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción y la empresa BTU, también de cierta relevancia.

Es posible que Roberto Baratta se arrepienta sin comprometer a De Vido pero sí a Angelo Calcaterra, a quien en privado el último fin de semana en su vivienda del country Mapuche le señaló que lo iba a «enterrar».

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