Por Guillermo Cherashny.-

No se puede describir el malestar de las grandes empresas que tuvieron que hacer amansadora ante el fiscal Stornelli y el juez Bonadío para confesar que pagaron coimas a los K a través de Roberto Baratta y Ricardo Jaime, pero los empresarios ultramacristas que sólo confesaron aportes de campaña, como Angelo Calcaterra, Javier Sánchez Caballero, Juan de Goycoechea y Manuel santos Uribelarrea, quedaron rápidamente en libertad sin decir nada serio, por no calificarlo de una vulgar mentira, porque aportaron para campañas para años pares cuando no había elecciones. Esta investigación tuerta basada en ocho cuadernos reescritos por el propio Centeno con agregados que le impusieron los operadores de inteligencia del gobierno quedaron mal parados los empresarios más importantes del país menos Calcaterra, el primo presidencial, que se dio el lujo de anticiparse a su indagatoria por el soterramiento del Sarmiento y la participación de Odebrecht en el consorcio y que confesó en Brasil que pagó coimas vía IECSA, es decir, por medio de Sánchez Caballero, una vez por 20 millones de dólares en el 2009 y 3 millones de dólares en el 2013, y el juez Martínez de Giorgi hizo la «gran Bonadío» y lo dejó libre a Calcaterra, quien dijo que no sabía nada de esas coimas. Veremos qué hace el juez cuando lleguen las confesiones de la constructora brasileña pero teniendo en cuenta la inveterada conducta de la justicia federal de ser benignos con el poder de turno y duros con los anteriores y muy duros con los empresarios que detesta el presidente, mientras lo vean al primer mandatario con poder de ser reelegido el año próximo. Como dijimos más arriba, esta investigación tuerta de la justicia, que tiene por objetivo deteriorar con razón a la ex presidente por su caracterización como jefa de una asociación ilícita y a los empresarios coimeros y que queden libres de culpa y cargo Angelo Calcaterra, Nicky Caputo y Marcelo Mindlin.

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