Por Guillermo Cherashny.-

Hace un mes, cuando Carlos Zannini fue escrachado en un viaje a Miami por American Airlines, se dijo en Twitter que había viajado a esa ciudad para luego embarcar hacia Washington, donde su hija fue destinada al ser secretaria de embajada de tercera en la misión argentina ante la Organización de Estados Americanos, pedida por la actual diputada Nilda Garré, que estuvo en la OEA tres años, después de abandonar el ministerio de seguridad.

En realidad, Zannini bien pudo quedarse en Miami, ya que compró un piso en el Seacost Tower en la Collins Avenue 5151, muy cerca del conocido hotel Fontainebleau, ahora convertido en apartamentos, y se señala que pagó 1.000.000 de dólares por esa compra inmobiliaria.

Zannini fue noticia ayer, cuando el financista Guillermo Greppi, íntimo amigo de su segundo, el Dr. Liuzzi, fue allanado en su domicilio, donde se le encontraron 1.600.000 dólares y dos millones de pesos, por manejos irregulares de su financiera Propyme, quien fuera sobreseído por el juez Luis Rodríguez el año pasado. Pero ahora otro juez le incautó esos fondos que le habían liberado antes.

Greppi fue allanado en 2013 y alegó falsamente que intentaron coimearlo por parte del Policía Federal, y le avisó al Dr. Liuzzi, quien se comunicó con el juez Oyarbide, que detuvo el allanamiento de entonces y que, dos años después, motivaron la renuncia obligada del juez Norberto Oyarbide.

Los policías acusados por Greppi fueron sobreseídos y Greppi como se volvió a las andadas y se justificó diciendo que es un perseguido político, pero los dólares y pesos encontrados en su casa fueron embargados nuevamente, en una causa que ahora avanza y que el cristinismo, vía Zannini-Liuzzi, impidió.

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