Por Jorge Augusto Cardoso.-

Ningún país en el mundo que es o ha sido líder, ha carecido o carece de poderosas Fuerzas Armadas (FFAA); éstas son instrumentos tanto para apoyar las decisiones políticas que adopte el Estado en el concierto de las naciones, como para contribuir al restablecimiento del control y normalización de la situación en apoyo de la población en caso de catástrofes naturales.

Luego de la guerra de Vietnam, en los Estados Unidos de América, el entonces presidente Nixon formó una comisión de ciudadanos notables para que estudien y realicen una propuesta de reforma de sus Fuerzas Armadas; esta comisión se llamó “Gates”, en honor a un victorioso General de la guerra por la independencia. Esta comisión, luego de un año de deliberación llegó a las siguientes conclusiones:

  • Estados Unidos tiene que ser líder en el mundo.
  • Para ser líder en el mundo debe poseer eficientes FFAA servidas por voluntarios.
  • Para poseer eficientes FFAA, como primer paso, se debe aumentar los salarios de los militares; es decir, estos deben ser bien pagos.

¿Alguien puede dudar del liderazgo en el mundo de los EEUU?

En la Argentina actual, los salarios de los militares han quedado extremadamente rezagados con respecto a los de los funcionarios civiles de carrera y más aún respecto a los funcionarios políticos, a pesar de que su sujeción profesional es mucho mayor; además de su dedicación exclusiva, los largos períodos de entrenamiento, las guardias, los innumerables cursos de perfeccionamiento son mayores exigencias que las que desarrollan los otros funcionarios mencionados precedentemente.

¿Para qué sirve elegir un tipo de gobierno y acumular bienes si la seguridad exterior no está garantizada?

Si la Argentina desea ser líder en la región debería procurar tener buenas y eficientes FFAA.

La misión general de las Fuerzas Armadas es contribuir, de la mejor manera posible a la preservación de la paz y seguridad de la población actual y la de las generaciones futuras; no creo que pueda existir una misión más exigente ni más importante. Para alcanzar ese objetivo se debe estar en plena capacidad de disuadir conflictos manteniendo unas Fuerzas Armadas modernamente equipadas, capacitadas y alertas.

Es natural y comprensible que los pueblos se interesen por la paz en el mundo; pero la buena voluntad es una cosa y las realidades objetivas del momento y las que se avecinan para el futuro, son otras. Las disputas territoriales no sólo incluyen el marco de fronteras, si no espacios puntiformes dentro o fuera de un determinado territorio, que al poseerlos facilitan la subsistencia del grupo dominante. Se trata de reservorios de agua potable, zonas agrícolas, ganaderas y pesqueras; mineras, de materiales estratégicos, de energía fósil, marítima y también fluvial. Así, las cuestiones por las posesiones de esos y otros espacios, podrán concluir, un día u otro, en guerra; por eso, independientemente de la voluntad de los gobernantes o de los pueblos, la nación debe prepararse para ello. Más vale encontrarse preparados que no estarlo. Sería una ligereza burlarse de tal sólido buen sentido que es un eco del famoso “Si vis pacem, para bellum”, que en los oídos de los franceses que conocieron la euforia de 1938 y la catástrofe de junio de 1940, seguramente resuenen de un modo muy particular.

Una defensa nacional, completa y creíble, descansa sobre la ética; para defenderse no basta tener medios; hace falta voluntad; para ello es necesario difundir patriotismo, civismo, espíritu de defensa en la sociedad. La lucha pone en juego voluntades, no solamente materiales; Plutarco decía algo así: “La defensa de las ciudades no está en lo importante de sus murallas sino en la voluntad de sus hombres”.

Se debe crear conciencia en la sociedad de que si realmente se desea una economía independiente, y una política internacional conforme al propio interés, es necesario un efectivo sostén por parte de la población para el esfuerzo militar en época de paz.

Para la defensa de nuestro país es esencial tener clara conciencia de las amenazas que pesan sobre este, y que esa conciencia se encuentre reunida tanto en las FFAA como en la opinión nacional. Urge pues combatir en todos los niveles, aún en el político, la ignorancia y el desinterés respecto a la Defensa Nacional, sus realidades, exigencias y valores.

Es necesario que Argentina se encuentre en condiciones de oponer una voluntad, estrategia y medios adecuados defensivos y ofensivos que desalienten veleidades belicosas. Para eso, el perfil del adversario, sus métodos y hasta el umbral hasta donde decide llegar deberían ser conocidos por medio de la inteligencia nacional y militar.

Estamos cerca de pueblos pacifistas que preparan y aceitan sus poderosos instrumentos militares.

Una agresión contra nuestro país, además de lo convencional, se apoyará en la desorganización económica, subversión ideológica y terrorista; para la primera, habrá que preparase en la defensa de los sistemas informáticos electrónicos; para los segundos, con fuerzas especiales con capacidad de custodiar las áreas sensibles, centrales nucleares, depósitos de agua potable, energía eléctrica y otras.

El actual proyecto de la defensa se basa en el raro concepto de “Defensa Defensiva”, en donde a priori se cede territorio para luego proceder a su recuperación; así, el lugar donde se realizarían las operaciones, donde se dañen las obras de arte, caminos, edificios, casas, hospitales, etc, sería nuestro. En mi opinión, en lugar de esperar en casa al agresor, es imperativo que las fuerzas de maniobra puedan dirigirse a su encuentro y rechazarlas o hacerles difícil continuar, provocando de este modo que desistan. Para ello, debe haber planes ofensivos preparados de antemano, con el aporte de la inteligencia nacional y militar.

Los efectivos deberían poder ser aumentados por inmediata movilización de las reservas en caso de necesidad, para eso se requiere medios y personal de la reserva en aptitud y enlistados

Para finalizar con la presente nota que sólo pretende proporcionar elementos de juicio, apuntes, para el desarrollo de una coherente política de defensa, es necesario subrayar que para lograrlo se requiere una firme voluntad política traducida en hechos, con un esfuerzo presupuestario apropiado, vale decir, importante.

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