Por Hernán Andrés Kruse.-

El 4 de noviembre de 1967, el majestuoso y mítico estadio Centenario de Montevideo fue testigo de uno de los hechos más relevantes de la historia del fútbol argentino. Ese sábado por la tarde, más de 60 mil espectadores presenciaron la final intercontinental entre Racing de Avellaneda y Celtic de Glasgow. Era el partido de desempate ya que los escoceses habían ganado en Glasgow y luego Racing lo hizo en Avellaneda. Racing formó con Cejas, Martín (capitán), Perfumo, Basile, Chabay, Cardoso, Rulli, Maschio, Rodríguez, Cárdenas y Raffo. Enfrentó a un equipo muy bueno y muy aguerrido que, lamentablemente para sus intereses, no optó por su superioridad técnica sino por su guapeza, que la tenía pero que resultó ineficaz ya que se enfrentó con un equipo plagado de guapos. El partido fue áspero, mal intencionado. De fútbol, muy poco. El árbitro expulsó a varios jugadores y en varias oportunidades la policía uruguaya invadió el campo de juego para calmar los ánimos. Hoy ese partido, con el reglamento del siglo XXI, se hubiera suspendido en el primer tiempo. A los 10 minutos del segundo tiempo el mediocampista Rulli recibió la pelota cerca de la mitad de la cancha en campo escocés y se la dio a Cárdenas. Éste enfiló rumbo al arco escocés y cuando estaba a unos diez metros del área lanzó con su izquierda un misil teledirigido que se incrustó en el ángulo superior derecho del arco defendido por el golero Fallon, quien se estiró espectacularmente pero nada pudo hacer frente a la precisión y la potencia del disparo. Fue el gol más importante de la rica historia de Racing ya que le permitió consagrarse como el primer campeón del mundo de la Argentina. Cuando terminó la batalla los jugadores académicos dieron la vuelta olímpica ante el delirio de sus hinchas y el reconocimiento del público uruguayo que durante todo el partido alentó al equipo escocés. Racing había alcanzado la gloria. El “equipo de José” había logrado tocar el cielo con las manos. Fue el momento de esplendor de un equipo que para muchos fue de lo mejor de la historia de nuestro fútbol.

¿Quién se hubiera imaginado que en septiembre de 1965 ese Racing que andaba deambulando por lo último de la tabla alcanzaría la gloria dos años más tarde? En ese entonces asumió como director técnico Juan José Pizzuti, una vieja gloria de Racing. Debutó nada menos que frente a River Plate, un tradicional verdugo de la academia. Ese día Racing le ganó a River 3 a 1 y a partir de entonces levantó notablemente su rendimiento, a tal punto que durante el resto del campeonato se mantuvo invicto durante catorce partidos perdiendo solamente uno. Increíblemente terminó quinto. Fue el presagio de lo que sucedería en 1966. Había nacido el “equipo de José”. Con el aporte de brillantes jugadores jóvenes (Perfumo, Cejas, Basile, Díaz, Cárdenas) y de experimentados como Rulli, Martín y, fundamentalmente, el bocha Maschio, Pizzuti logró formar un equipo notable, muy ofensivo y muy duro, que salía a ganar en todas las canchas sin importar el rival de turno. El equipo se apoyaba en una columna vertebral monolítica: Cejas, Perfumo, Rulli, Maschio y Cárdenas. Apenas la pelota comenzaba a rodar, contó en más de una oportunidad Basile, todos se iban al ataque ya que confiaban ciegamente en la enorme capacidad de Roberto Perfumo, el mariscal, quien se bastaba por sí mismo para desbaratar la ofensiva del rival. Ese Racing revolucionó el fútbol argentino ya que fue una máquina de atacar. Cada córner a su favor era sinónimo de gol por la cantidad y calidad de sus cabeceadores. Además, era un equipo muy bravo. Si había que poner pierna fuerte, todos lo hacían.

Racing comenzó el campeonato de 1966 con una victoria sobre Atlanta, cosechando así su decimoquinto encuentro consecutivo invicto. A partir de entonces continuó sin perder hasta toparse en el Monumental con River, que le ganó 2 a 0. Fueron en total 39 partidos invicto, un récord que recién fue superado a fines de los noventa por el Boca de Carlos Bianchi. Faltando tres fechas para la culminación del torneo Racing se coronó campeón empatando con Gimnasia y Esgrima. Racing disputó en total 38 partidos, de los cuales ganó 24, empató 13 y perdió 1. Convirtió 70 goles y recibió 24 goles. Durante el primer semestre de 1967 el equipo de José debió disputar el Metropolitano y la Copa Libertadores, clasificado por haberse consagrado campeón el año anterior. Lo notable de Racing fue que pese a disputar dos torneos al mismo tiempo fue capaz de ser protagonista en ambos. En efecto, mientras no se cansaba de ganar en la Libertadores en el Metropolitano derrotó en la semifinal 2 a 0 a su clásico rival Independiente. La vieja y gloriosa cancha de San Lorenzo fue el escenario de la final entre el equipo de José y un rival que haría historia en los años venideros: Estudiantes de la Plata. El equipo de Zubeldía venció claramente 3 a 0 transformándose en el primer “chico” en conquistar un campeonato local. Pero esa derrota no amilanó a Racing que debió jugar la copa Libertadores más larga y salvaje de la historia. Racing debió jugar 20 partidos para coronarse campeón. En la fase de grupos enfrentó a River, 31 de Octubre, Independiente de Medellín, Independiente de Santa Fe y Bolívar. Al ganar el grupo pasó directamente a la semifinal enfrentando a Universitario de Lima, River y Colo Colo. El equipo de José y Universitario terminaron empatados obligándolos a desempatar en Santiago de Chile. Una verdadera final que Racing ganó 2 a 1. En la final Racing se enfrentó con Nacional de Montevideo, un grupo comando integrado, entre otros, por el Peta Ubiñas, Cococho Álvarez, Montero Castillo y Urruzmendi. El partido de ida se disputó en Avellaneda terminando 0 a 0. Cuenta Basile que el partido fue una batalla y que sobre el final, luego de chocar con Montero Castillo, el aguerrido mediocampista oriental le dijo: “allá los vamos a matar”. En la revancha estaba todo preparado para la consagración del equipo oriental. El Centenario era considerado un bastión inexpugnable, con lo cual la suerte del equipo de José parecía echada. Basile y Perfumo, los dos gladiadores de la defensa de Racing, entraron a la cancha con una estrategia: si movía Nacional dejarían que Celio, el brasileño que jugaba de nueve, se acercara al área. Si lo encaraba a Perfumo, el mariscal debía partirlo al medio de entrada. Si lo encaraba a Basile, el Coco debía hacer lo mismo. Movió Nacional y Celio lo encaró al Coco. Éste lo esperó y cuando el brasileño pasó a su lado, le dio una patada que lo hizo levantar por el aire. En pocos segundos se armó una gresca entre todos los jugadores que duró varios minutos ante la impasibilidad del árbitro peruano. Cuenta Basile que uno de los jueces de línea le dijo al árbitro: “déjalos que se maten”. Finalmente nadie fue expulsado y el partido continuó. Más que un partido, fue una guerra infernal. Racing logró empatar y forzó un desempate que se disputó otra vez en Santiago de Chile. Cardoso y Raffo le dieron la victoria al equipo de José. Fue así como Racing se ganó el derecho a disputar la final intercontinental con el Celtic de Glasgow (Escocia) que se había coronado campeón de Europa al derrotar nada más y nada menos que al Inter de Helenio Herrera. El partido de ida se disputó en el Hampden Park y la victoria le correspondió al equipo escocés por 1 a 0. La revancha tuvo lugar el 1 de noviembre en Avellaneda donde el equipo de José logró ganar 2 a 1. El partido decisivo se jugó en el centenario donde Racing se consagró campeón intercontinental. El equipo de José mantuvo su protagonismo en 1968 y 1969. Luego varios de sus jugadores fueron echados del club dando comienzo a una larguísima etapa de mediocridad que culminó en diciembre de 1983 con la pérdida de la categoría. Pero esa es otra historia.

El 4 de noviembre de 1967, hace 49 años, el equipo de José escribió el capítulo más importante de la historia del club y uno de los capítulos más importantes de la historia del fútbol argentino. Contó el recordado Mariscal que una vez en el ómnibus, luego de derrotar al Celtic en el Centenario, le preguntó a Cárdenas si era consciente del gol que había hecho. Como el santiagueño le respondió negativamente el mariscal le dijo que dentro de 50 años se seguiría hablando de su gol. Dicho y hecho. Pasaron casi 50 años y los hinchas de Racing todavía lo recordamos y gracias a los adelantos de la tecnología podemos verlo en la computadora para revivir un momento inolvidable e inigualable.

Share