Por Guillermo Tiscornia.-

Chocolate por la noticia. Fiscal estadounidense Loretta Lynch llegó muy tarde.

Durante el desarrollo de la Copa del Mundo desarrollada en Brasil 2014, el aparato disciplinario de la Federación Internacional de Football Asociado (FIFA) se activó “de oficio” para sancionar -y dejar fuera de la competencia mundial- al mejor jugador de la selección uruguaya, Luis Suárez.

Pero esa misma actividad oficiosa no mostró idéntico entusiasmo y capacidad de reacción cuando el mejor jugador de la selección brasileña -Neymar- le aplicó un brutal codazo a un jugador croata en la apertura del campeonato del mundo, falta que acarreaba inexorablemente expulsión directa ignorada en ese caso -y olímpicamente- por el colegiado japonés -el impresentable colegiado Nishimura- que arbitró aquel encuentro inaugural.

Ese mismo árbitro japonés cobró un inexistente penal a favor del scratch brasileño luego que el centro delantero Fred se dejara caer de espaldas dentro del área penal simulando un inexistente contacto con un defensor croata.

En todos los casos la tecnología disponible es siempre la misma; pero sucede que esa misma tecnología funcionó aceitadamente si se trataba de Luis Suárez, pero no si se trataba de otros incidentes soslayados por los respectivos arbitrajes; y ahora viene la pregunta del millón: para Suárez actuación de oficio y afuera de la competencia; pero para los brasileños Fred y Neymar no hay actuación de oficio ni tampoco sanción ; la respuesta estimado lector es más que obvia; en caso que la selección celeste hubiese cruzado hacia los octavos de final, en cuartos Brasil -probable vencedor de Chile- se hubiese enfrentado con Uruguay. Y la celeste es el rival que Brasil no deseaba, ni por asomo, enfrentar.

Nuevamente desde los escritorios fraudulentos de la FIFA se consumó en aquella Copa del Mundo una más que alevosa maniobra estafatoria: Uruguay debía, si o si, quedar rápidamente fuera de ese torneo mundial ante el riesgo que significaba la escuadra celeste luego de haber derrotado Inglaterra (una vez campeón del mundo) y al tetra campeón Italia; y para ello era menester forzar la suspensión de su mejor jugador y así restarle poderío en la ofensiva; como lo es, por definición, Lionel Messi para la selección argentina, o por caso Arturo Vidal o Alexis Sánchez para el once chileno. Ya en el transcurso del mes de octubre del año 2012 el doctor Sebastián Bauzá, entonces Presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, en un duro comunicado dirigido a la Conmebol y a la Confederación Sudamericana de Fútbol, solicitaba sanciones para el Vicepresidente de la FIFA -el británico Jim Boyce- quien públicamente desacreditó y atacó a Luis Suárez.

Eso sí: el aparato sancionatorio de la FIFA tampoco actuó “de oficio” cuando en 1986 arribó la celestial “mano de Dios”; tampoco cuando el propio jugador italiano Giorgio Chelini -en la misma incidencia- le aplicó un codazo al mismo Luis Suárez.

El aparato vaciador y fraudulento de la FIFA cobró entonces venganza sobre la Asociación Uruguaya de Fútbol y le devuelve gentilezas ante la petición que el l doctor Sebastián Bauzá supo formalizar ante la Conmebol y la CSF aquel mes de octubre del año 2012 respecto del británico Jim Boyce a la sazón Vicepresidente de la prístina FIFA, única entidad del planeta que -por el dictado de sus propios sus estatutos- se auto excluye de todo control de legalidad y de jurisdicción imparcial, y, que además no está sujeta a auditorías externas; todo -absolutamente- se dirime ante un Tribunal Arbitral formado e integrado por la propia FIFA y que tiene su sede en la misma Suiza, la que como bien refiere Eduardo Galeano (“Fútbol a sol y sombra”, Editores Siglo veintiuno) profesa un culto inclaudicable por la precisión de su relojería y el hermetismo del secreto bancario.

Por lo tanto y ante la decisión adoptada en la mesa de los delincuentes de escritorio que acaparan el multimillonario negocio del fútbol Joseph Blatter, Ricardo Teixeira, y nuestro “Don Julio”, no era de sorprender la decisión de la Fiscal estadounidense Loretta Lynch, aun cuando su orden de detención llega muy tarde; no lo dude usted estimado lector el destacado y ya desparecido escritor Eduardo Galeano en su formidable producción literaria (“Fútbol a sol y sombra) se encargó de desnudar todos y cada uno de los negociados que desde hace décadas se “cocinan” en los fraudulentos y criminales escritorios apostados en Zurich.

La dirigente político Graciela Ocaña tampoco erró el camino; su percepción era la correcta; el esquema de corrupción estructural enquistado en la fraudulenta FIFA se extiende, con seguridad, a todas y cada una de las federaciones asociadas a la FIFA.

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