Por Guillermo Tiscornia.-

Los liderazgos, se sabe, pueden surgir de las mas variadas formas; pueden ser individuales o grupales; pueden emerger a partir de la acción de las personas o bien ser el producto o la resultante de múltiples circunstancias; así los dieciséis sobrevivientes uruguayos de la recordada “tragedia de los Andes” (1972) lograron consolidar un liderazgo grupal forzado por las circunstancias de máxima adversidad que les tocó enfrentar; y ese liderazgo adquirió características grupales donde los jóvenes uruguayos dividieron los roles y encararon un trabajo en equipo.

A su vez, el caudillo es una forma específica de liderazgo; ya que éste consiste en la capacidad de concitar adhesiones y de conducir a un grupo de personas; en cambio el caudillo ejerce un atractivo emocional sobre sus adherentes que hace que la pasión imponga la vigencia del líder por encima de cualquier cálculo racional.

Roberto Alfredo Perfumo, el Mariscal, junto con su colega de defensa -Alfio “el Coco” Basile- ejerció dentro de aquel mítico “equipo de José” (Racing Club de Avellaneda 1966-1967) una indiscutible posición de caudillo; ambos construyeron una zaga poco menos que infranqueable combinando ductilidad, salida prolija, muralla en el juego aéreo y una fiereza pocas veces vista en aquel fútbol de los años sesenta.

Con los 39 partidos invicto, aquel “equipo de José”, ganó el campeonato local en 1966; se recuerda la alineación, con Agustín Mario Cejas en el arco; línea de cuatro; “Drácula” Martín como marcador lateral derecho; El Mariscal como primer zaguero central; Alfio “El Coco” Basile secundando la zaga central; y Rubén “El Panadero” Díaz (alternando con el uruguayo Nelson Pedro Chabay); en el medio Juan Carlos “torno” Rulli; Miguel Ángel Mori (el motor de Baradero) y Humberto Dionisio “el bocha” Maschio (alternando con el “Yaya” JJ. Rodríguez); y adelante Jaime Donald Martinoli (alternando con el brasileño Joao Cardoso); Juan Carlos “el Chango” Cárdenas; y cerrando con Néstor “El toro” Raffo; y en el banco de suplentes el mentor de esa alineación mitológica -Juan José Pizzutti-.

Corría el mes de mayo de 1967 y el “equipo de José” llegó a disputar la final de la Copa Libertadores de América; enfrente tenía al tricolor Nacional de Montevideo, precedido de pergaminos derivados de la consabida “garra charrúa”; en el partido de ida; muy friccionado y cortado, el primer “chico” terminó con el marcador cerrado.

Y había que jugársela en el mítico Estadio Centenario de Montevideo, donde le esperaba una dura batalla al “equipo de José”; el equipo tricolor prometía fiereza y llevarse a Racing por delante; sin ambages ganar “de guapo”; “ si Nacional no gana del Centenario no salen vivos ” Tal la consigna que llegaba desde la otra orilla del Río de la Plata.

En la previa el clima era al extremo hostil; candombe y tamboriles durante toda la noche previa al partido en las cercanías del hotel donde se alojaba la delegación albiceleste; agresiones en el ómnibus que trasladaba al equipo rumbo al Centenario; todo el clima estaba preparado para la guerra : “porteños llorones pierden por cagones” espetaba, entre otros estribillos la parcialidad tricolor en todo el Centenario.

Así, en la puerta se recuerda al Flaco Rogelio Domínguez; línea a cuatro Luis “el Peta” Ubiñas; Jorge Manicera, Emilio “Cococho” Álvarez y Juan Martín Mujica; en el medio; Milton “el Tornillo” Viera; “El Mudo” Julio Montero Castillo y el “Marqués” (ex racinguista) Rubén Sosa; y adelante; Víctor Espárrago; el brasileño Celio Taveira Filho y el “Pepe” José Urruzmndi; liderados por el entrenador Roberto Scarone.

Al minuto nomás Ubiña levantó por el aire al “toro” Raffo con una brutal entrada ; y primer revuelo y tumulto; en la vuelta fue el Mariscal el que en otra virulenta entrada levantó por el aire esta vez al elegante Celio Taveira; revuelo y tumulto por segunda vez ; pero ahí la cosa empezaba a quedar clara; un cachetazo del “Coco” Basile al “Mudo” Montero Castillo y otra del propio Mariscal a Ubiña ponían de manifiesto ese liderazgo dentro del césped del Centenario; y el partido fue una réplica del friccionado primer chico jugado en Avellaneda, concluyendo con el mismo marcador en blanco.

El tricolor no pudo imponer su auspiciada guapeza; liderados por el Mariscal y el Coco, Racing hizo historia en el Centenario; por primera vez un equipo argentino no perdía en partido disputado por Copa Libertadores en el Centenario; el resto es pura anécdota; en el tercer partido jugado en el Estadio Nacional de Santiago de Chile el “equipo de José” impuso su mejor volumen de juego y venció al tricolor por dos a uno (Cárdenas y Raffo para Racing y Milton Viera para los derrotados).

Tales fueron las heridas que dejó el paso racinguista por el Centenario que el mismo “equipo de José” alzó la Copa Intercontinental luego de derrotar tras tres encuentros al Celtic Glasgow luego de una batalla campal que tuvo como escenario al mismo Estadio Centenario de Montevideo donde el plantel albiceleste recibió un trato decididamente hostil de parte de la parcialidad uruguaya; para el recuerdo el tremendo zapatazo del “Chango Cárdenas” para que por vez primera un equipo argentino se llevara la Copa Intercontinental hacia Buenos Aires.

Pero no dude usted estimado lector tanto el Mariscal como el Coco, desde el fondo de la defensa, hicieron “pata ancha” aquella tarde en el mismo mítico Centenario demoliendo la legendaria “garra charrúa”; y todo el plantel sobrevivió a aquello de que “ si no pierden de acá no salen vivos”.

Para el recuerdo aquella bofetada del Coco al “Mudo” Montero Castillo y la misma receta del Mariscal al “Peta” Ubiña; eran aquellos tiempos de guapos; eran tiempos de líderes; eran tiempos de caudillos; y Racing a puro guapo y coraje hizo historia en el mítico Estadio empotrado en el Parque Batlle y Ordóñez, de la coqueta Montevideo.

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