Por Guillermo Tiscornia.-

Tres distinguidas personalidades lograron silenciar al mítico Estadio Maracaná, Río de Janeiro; uno de ellos fue el por entonces Sumo Pontífice cuanto le tocó en suerte peregrinar en tierras brasileñas; el segundo fue el legendario artista Frank Sinatra, quien con su exquisita música encandiló a sus fans cuanto le tocó brindar un recital en esa mole de cemento; y el tercero fue el ahora inmortalizado delantero uruguayo Alcides Gigghia, mentor de uno de los goles más insolentes que recuerda el fútbol mundial.

Gigghia selló el marcador final (placar final) en aquella recordada final disputada el domingo 16 de julio de 1950 en el mismo Maracaná; la selección celeste remontaba una marcador adverso asestándole un golpe mortal a toda la torcida brasileña y transportando la Copa del Mundo hacia las vitrinas de la Asociación Uruguaya de Fútbol; en efecto a los cinco minutos del complemento tras desborde del wing derecho Zizinho el centro delantero Friaca con golpe de cabeza abría el marcador; todo era algarabía y fuegos artificiales en las gradas y las tribunas colmadas de torcedores en el Maracaná.

Pero al reiniciarse el juego el capitán de la formación celeste daría la nota y el golpe anímico; tomó bajo sus brazos la pelota y comenzó a dialogar con el árbitro; el «Negro Jefe», Obdulio Varela le repitió a sus compañeros de equipo lo mismo que dijo en la arenga inicial en el vestuario visitante; «los de afuera son de palo», «cumplido solo si salimos campeones»; y así la selección charrúa comenzó a administrar el juego; se hizo de la pelota y promediando el segundo tiempo tras una jugada protagonizada por Omar Míguez, fue el «Pepe» Juan Alberfto Schiaffino quien con remate de media distancia dejó sin chances al golero Barbosa estampando el empate; con ese resultado Brasil se consagraba campeón.

Pero habría todavía más; a casi doce minutos del cierre de los noventa, una doble pared (dos uno) trazada por Alcides Gigghia y Julio Pérez, dio con el primero de cara a Barbosa por la banda derecha; en el camino habían quedado Chico, Bigode y Juvenal; Barbosa apostó al segundo palo, pero Gigghia vio el hueco en el primer palo y allá estampó el segundo gol; la pelota fue a dormir a la red del arco brasileño;la catástrofe deportiva brasileña iba tomando cuerpo; hasta que en tiempo cumplido cumplido una pelota llovida al área oriental fue a morir a las manos del golero Máspoli.

Uruguay asestaba ese golpe mortal al corazón de todo un pueblo futbolero; Alcides Gigghia eligió el jueves 16 de julio de 2015 para partir de este mundo; y fue justamente un domingo 16 de julio de 1950 cuando se registró aquella gesta histórica; y Alcides Gigghia tenía motivos sobrados para que su partida fuese un día 16 de julio; desde su posición de último sobreviviente tenía una cita de honor en el vestuario visitante del mítico Estadio Maracaná; ahora mismo el hombre oriundo de la ciudad de Las Piedras -Departamento de Canelones- ha de estar fundiéndose en un interminable abrazo con sus compañeros de equipo.

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