Por Oscar Edgardo García.-

Juan Román Riquelme alcanzó merecidamente la fama y el reconocimiento popular con la demostración de sus innatas habilidades futbolísticas pero posteriormente, apoyándose en ellas, se propuso pugnar por proyectos personales creyendo saber que los podría concretar sin tener aptitudes para ello y sus fracasos logran, por necedad, diluir la buena imagen y el éxito obtenido con anterioridad.

Muy poco sirve para un hincha de fútbol privado de disfrutar de alegrías que el presidente del club de sus amores, ante los errores cometidos, manifieste sentirse triste y dolido pidiéndole disculpas.

La famosa frase atribuida a Miguel de Unamuno es aplicable indubitablemente en esta ocasión: “Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta”.

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