Por Guillermo Cherashny.-

La dupla que eligió el presidente Macri para manejar personalmente el ex Fútbol para Todos, integrada por Fernando Marín y Armando Pérez, el actual presidente de Belgrano, tiene la oposición de casi todos los clubes de primera división y mucha más de los clubes del ascenso, o sea, el grondonismo residual. En efecto, Fernando Marín, fracasado gerenciador de Racing, y el presidente de Belgrano, que encandiló al presidente por su buen manejo del equipo cordobés, que estaba fundido y que logró sacar adelante.

El problema es que la presidencia no quiere bancar más el fútbol y sólo lo haría por este campeonato largo, que termina en junio del año próximo, y por el cual había prometido 2.500 millones de pesos, para luego bajarlo a 1800 millones, lo que motivó una amenaza del ascenso de no comenzar el torneo, con la solidaridad de equipos de primera, lo cual sería un grave problema para el gobierno después de un largo receso que lleva tres meses.

Con el deterioro de la situación económica por la profundización de la recesión y la alta inflación -aunque este mes baje- y, además, un crecimiento del desempleo, la posibilidad de una huelga del fútbol convertiría a este difícil mes de agosto en más complicado de lo que esperaba el gobierno, que lanzó la devolución de los miles de millones de pesos de las obras sociales para domesticar al sindicalismo que, se unificará el próximo 22 de agosto y que amenaza con un paro, aunque lo más probable es una marcha a la cual se pueden unir los enojados por el no comienzo del fútbol.

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