Por Juan Manuel Otero.-

«Yo me dedicaba a jugar al fútbol, confiaba en mi papá», fueron las palabras de Messi en su declaración indagatoria ante la justicia y, sin más trámite, la Fiscalía pidió su absolución basada en que, de parte de la “Pulga”, «no había dolo, es decir, ánimo de defraudar».

Si partimos del principio jurídico universal de que las leyes se reputan conocidas por todos y nadie puede basar su defensa en un “error de derecho”, no se comprende esta alegre decisión, salvo que pongamos la mira en el imputado y su mundialmente conocido “estado de gracia”.

Las consecuencias civiles de la omisión de tributos se liberan mediante el pago de los mismos con más las multas adeudadas, pero el fallo sienta una jurisprudencia peligrosa respecto de la responsabilidad penal de los imputados. Cualquier evasor podrá en el futuro eludir las consecuencias de su accionar delictivo, basado en su completa ignorancia de que existían obligaciones tributarias a su cargo, que nunca en su vida había leído el Código Penal menos aún las leyes tributarias, y además confiaba en un tercero que le había prometido encargarse de ellas. Y más grave aún, este criterio podría aplicarse a cualquier otro delito fundando la absolución en el hecho de que el imputado “desconocía las consecuencias de su accionar”.

Y por último la misma exculpación le cabe al padre de Messi, quien sigue imputado en la causa como principal responsable, el “alter ego” de Lionel al decir de la Fiscalía… tranquilamente podría llegar a declarar que “tampoco sabía nada y que él confiaba en los contadores”… y los contadores en sus empleados… Y así sucesivamente… la famosa “Ley del perejil”…

En las antípodas de esta actitud, recordamos a su compañero Javier Mascherano quien, ante idéntica situación, pidió disculpas, pagó la multa, aceptó la condena de un año de prisión -en suspenso por falta de antecedentes- y siguió caminando por la vida. Finalizados los trámites procesales, recién en ese momento, explicó que había confiado en el estudio contable que le administraba sus finanzas pero con la certeza de su propia responsabilidad.

Misma falta, distinta actitud.

Share